LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Los debates ideológicos sobre la migración
Tensión en la frontera entre Perú y Chile
La crisis migratoria entre Perú y Chile, de pronto, convoca un debate que nos parecía lejano, que solo parecía presentarse en los países desarrollados, en Estados Unidos y Europa, principalmente. Tres millones de migrantes en Chile y un millón y medio en el Perú, y la repentina decisión del Gobierno de Gabriel Boric de expulsar a los indocumentados por el desborde de la criminalidad, han creado un clima de tensión ante el desplazamiento de decenas a la frontera entre los dos países.
Sin embargo, como para recordarnos que nadie escapa a los debates ideológicos mundiales, la oenegé izquierdista Human Right Watch ha solicitado al Gobierno peruano que acepte sin condiciones a los migrantes que entran a la fuerza a territorio nacional, sin establecer las responsabilidades de los gobiernos y los estados. Es la misma oenegé que denuncia que el Estado peruano violó derechos humanos por ejercer el uso constitucional de la fuerza pública en defensa de la Constitución, por no rendir el Estado de derecho ante la insurrección bolivariana.
En Europa y en Estados Unidos todos los sectores que se oponen a la migración indiscriminada son acusados de xenófobos y racistas. Las acusaciones de los sectores progresistas y comunistas se repiten de aquí para allá con la misma plantilla, con el mismo software. Sin embargo, el tema de la inmigración generalizada tiene que ver con la defensa de los estados de derecho, las constituciones, las libertades y los sistemas económicos, tal como lo veremos en Perú. ¿Por qué? En Europa –es decir, en la cuna de Occidente y de las tradiciones occidentales– ya se conoce de estados nacionales que comienzan a convivir con una idea de “un estado dentro un estado” o de “zonas liberadas del Estado de derecho”. Por ejemplo, hay barrios y zonas en Europa en donde la inmigración de otros continentes ha creado un orden social y legal propio, al margen de la Constitución del país receptor. En esas áreas, por ejemplo, rigen las leyes religiosas de las comunidades migrantes antes que la constitución del estado nacional.
La pregunta que surge en este contexto es la siguiente: ¿tiene futuro la democracia, el sistema republicano que nació en Occidente, si continúa la migración indiscriminada de las regiones fallidas del planeta a las áreas que funcionan y se desarrollan? Es evidente que no, sobre todo considerando que las migraciones masivas son el resultado directo de sociedades inviables que se resisten a adoptar los modelos de las sociedades que funcionan. En América Latina podríamos decir que mientras exista el socialismo del siglo XXI en Venezuela, Argentina y Bolivia, las migraciones se convertirán en parte del panorama social. Y, de una u otra manera, si se producen migraciones indiscriminadas a los países de la región los modelos viables serán amenazados, tal como empieza a suceder con Chile y Perú.
Ahora bien, si eres militante de las corrientes comunistas y progresistas promoverás la inmigración indiscriminada porque –al igual que la violencia insurreccional– es una manera de erosionar el Estado de derecho, de crear áreas desvinculadas de la Constitución y buscar la implosión del modelo. Es decir, todo como parte de una estrategia de poder.
Es incuestionable que las migraciones forman parte de la evolución humana y seguirán siendo parte de nuestra naturaleza. Sin embargo para que la migración posibilite afirmar la libertad y la superación de las tragedias económicas y sociales se necesita que exista una migración formal y constructiva, en la que el migrante se integre al sistema económico y jure respetar la Constitución y la ley del país al que emigra.
Planteada las cosas así, ¿en donde está el racismo y la xenofobia de los sectores que se oponen a la migración indiscriminada? Más bien la política de países sin control de fronteras, ¿acaso no es la estrategia del progresismo y del comunismo que busca derribar las sociedades occidentales? Finalmente, vale recordar que estos problemas solo se presentan en los países libres. De ninguna manera en los regímenes comunistas y autoritarios. A reflexionar.
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