LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
La izquierda comunista en frente único. La centro derecha sigue dividida
En menos de una semana, dos movilizaciones nacionales frente a frente
Luego de casi un año y medio en el poder, el Gobierno de Pedro Castillo organizó su primera movilización nacional. Ayer se desarrolló la movilización de las izquierdas, autodenominada “La toma de Lima”, que asustó a más de uno, no obstante que un desborde de la violencia y provocación de los manifestantes habría sepultado cualquier resultado a favor del Gobierno. Si bien hubo incidentes –sobre todo en contra de la prensa– la cosa no llegó a mayores.
Considerando que la movilización comunista representó quizá solo una cuarta parte de los ciudadanos que se movilizaron el pasado 5 de noviembre, es necesario explorar algunas posibles conclusiones de la acción de las izquierdas en la capital. Es incuestionable que el Ejecutivo sigue convocando el rechazo de la mayoría nacional, de lo contrario, no se entiende cómo utilizando todos los recursos y potencias del Estado llegó a movilizar tan poca cantidad de ciudadanos. Sin embargo, se puede cometer errores fatales si se subestima la capacidad organizativa de las izquierdas.
A diferencia de las centro derechas, ya sean las nuevas o las viejas, los sectores comunistas en la marcha de ayer demostraron la importancia de gestar un frente único común de acuerdo al manual leninista. Maoístas, sectores procubanos, militantes bolivarianos, cúpulas sindicales y los más diversos sectores de las izquierdas ayer marcharon unificados exigiendo una asamblea constituyente que redacte una nueva Constitución, el cierre del Congreso, la defensa de los sindicatos y de los pliegos de reclamos.
La centro derecha el 5 de noviembre pasado exigió la salida de Castillo e, igualmente, marchó hacia el Congreso con objeto de presionar para que se proceda a la vacancia del jefe de Estado por incapacidad moral. En las imágenes de la ciudadanía en general quedará la evocación de marchas en contra del Legislativo –más allá de las diferentes naturalezas– y, tarde o temprano, acumularán más quienes solicitan el cierre del Legislativo.
¿Por qué podría presentarse ese estado de cosas? Porque la izquierda aplica el frente único en base a un objetivo político que unifica a todos los sectores antisistema, y sobre esa base, se plantea plataformas y batallas parciales. Ayer las cúpulas sindicales se movilizaron exigiendo que Castillo cumpla sus promesas electorales, pero apoyaron la marcha gubernamental porque respaldan los decretos laborales que pretenden colectivizar las relaciones de trabajo. A eso se puede llamar frente único. Es decir, en medio de las diferencias hay un objetivo unificador.
En la centro-derecha no hay nada parecido. La lucha por la vacancia ha dividido a estos sectores entre “vacadores principistas” y “tibios pragmáticos”, entre jóvenes políticos y “los viejos partidos y políticos tradicionales que espantan a la ciudadanía”. El resultado: la impresionante marcha del 5 de noviembre no tuvo un efecto real para cambiar la situación política.
Es hora de entender entonces que hoy la unidad lo es todo para las llamadas centro derechas, que deberían unificarse en un frente único en la defensa de la Constitución, del equilibrio de poderes y del modelo económico. Mediante batallas parciales que, por ejemplo, derroten los planes laborales del Gobierno y las corrientes comunistas y la estrategia del maoísmo para controlar la educación, tarde o temprano llegarán los votos para la vacancia frente a un gobierno que desata un desgobierno nacional sin precedentes.
Otra de las grandes lecciones de las dos marchas es que la política plebeya –es decir, la que significa contacto y organización desde las bases– definirá el triunfo o el fracaso en la defensa de la Constitución. Los cascarones sindicales –sin representación alguna– que ayer marcharon en defensa del Gobierno, nos revelan que las cosas no solo se definirán en marchas, sino con organización. Esas cúpulas y cascarones apuntan a la organización.
Y es en el aspecto organizativo en el que los nuevos políticos de la centro derecha deberían demostrar que ingresan a la política para detener la amenaza comunista y fundar una nueva época en nuestro sistema político. Victor Haya de la Torre y Fernando Belaunde llegaron a la política y se quedaron hasta la muerte, porque fueron caudillos organizadores. No concebían la política sin organización.
COMENTARIOS