LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
La guerra cultural se intensifica en todos lados
En el Congreso se debate y en los auditorios la sociedad se reúne y reflexiona
Algo se ha movido con clara nitidez en el Perú luego del fallido golpe de Pedro Castillo y la amenaza del proyecto autoritario del eje bolivariano. De alguna manera todos hemos sentido cómo respira el autoritarismo en nuestras nucas. Y la única manera de evitar que este escenario se repita es desarrollando la batalla cultural más intensa de toda nuestra historia y evitando que el bajo crecimiento de la economía aumente la pobreza. Es evidente que luego de lo sucedido en Perú, Chile y Colombia todos sabemos que la gente no solo come pan, sino también relatos, narrativas e historias.
Hasta hoy las izquierdas comunistas y las corrientes progresistas han contado todas las historias y los relatos, mientras las derechas se dedicaban a promover inversiones, crecimiento y reducción de pobreza. Las cosas son incuestionables: las izquierdas llegaron al poder en los momentos de mayor reducción de pobreza en las historias republicanas de Perú, Chile y Colombia. La fábula contada, pues, tiene un enorme peso, más allá de la importancia capital de la reducción de la pobreza.
En este sentido, es necesario subrayar una gran diferencia de la experiencia peruana con respecto a las colombianas y chilenas. En el Perú, mal que bien, con todas las limitaciones de cualquier proceso, ha empezado la batalla cultural. Y poco a poco, como se dice, de las primeras rebeliones se pasa a las batallas y a la guerra general.
En el Congreso, por ejemplo, la bancada de Renovación Popular, al margen de cualquier crítica, ha comenzado una intensa batalla cultural desarrollando seminarios, eventos y foros que “le ponen el cascabel al gato”. El pasado 24 de octubre se desarrolló un interesante foro, denominado “Batalla cultural al globalismo y enfoque de género en el Estado”. El evento puso los puntos sobre las íes con respecto a los relatos progresistas que han llegado a controlar los sentidos comunes de la cultura peruana.
Igualmente, el próximo 11 y 12 de noviembre en el auditorio del Colegio Santa Úrsula diversos colectivos católicos desarrollarán el “Congreso Internacional de la Familia, Perú 2023”, con participación internacional y una gran movilización de bases.
Analizando estos eventos y estas iniciativas un caviar diría que es la extrema derecha conservadora o la ultraderecha. Sin embargo, en las últimas tres décadas nunca se escuchó a un progresista sostener que había una ultraizquierda, y allí están los resultados con la tragedia de Castillo. En este contexto, la noticia de que determinados grupos y sectores de la derecha están dispuestos a afrontar la guerra cultural es un acontecimiento extraordinario para el equilibrio político del país.
En cualquier caso, la guerra cultural ya está en curso, desde el Congreso hasta las organizaciones civiles de la sociedad. El comunismo y el progresismo que nos llevaron a Castillo ya no correrán solos, porque no cabe duda de que todos los partidos de la centro derecha se contagiarán de estas primeras guerras culturales. Puede haber excesos. Finalmente, la mejor teología no podrá suplir el papel de la buena filosofía. Sin embargo, la guerra desde la derecha equilibrará el tablero y es la mejor noticia para el futuro de la libertad.
COMENTARIOS