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La dialéctica de la oposición y los acuerdos

El fujimorismo decide subrayar su papel opositor

La dialéctica de la oposición y los acuerdos
Víctor Andrés Ponce
18 de junio del 2023


El fujimorismo se acaba de ubicar en la geografía de la oposición al Gobierno de Dina Boluarte. Una decisión política acertada, cualquiera sea el ángulo de análisis. De alguna manera los demás partidos de la centro derecha deberían, igualmente, acentuar su papel opositor porque el Perú necesita una oposición democrática de cara al 2026.

El fujimorismo criticó los yerros gubernamentales, sobre todo en el sector Salud y la epidemia del dengue. Y, como para dejar en claro que se acabaron los tiempos de las guerras Ejecutivo versus Legislativo, la ministra de Salud, Rosa Gutiérrez, renunció al cargo y, como se dice, la sangre no llegó al río. De lo contrario, la ex titular de Salud habría organizado la primera derrota del Ejecutivo en el Congreso.

¿Qué puede significar todo esto? Que tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo se entiende la importancia de que surja una oposición democrática. Es decir, de un sector que critique frontalmente los yerros e incapacidades del Ejecutivo, formule propuestas y comience a capitalizar políticamente esos procesos. Al parecer existe ese entendimiento, aunque la renuncia de Gutiérrez indica que también se comprende que el conflicto entre oficialismo y oposición democrática debe desarrollarse con razón, con ventaja y sin sobrepasarse, como solían repetir los maoístas.

Todo indica, entonces, que se desarrollará una dialéctica entre oposición y acuerdos entre el Ejecutivo y el Congreso porque es la única manera de enfrentar a un enemigo que puede devorarse a todos los actores que conducen los dos poderes del Estado: la movilización antisistema que crece ante la incapacidad del Gobierno de desarrollar un shock de inversiones en el sur y concretar las obras de prevención para enfrentar el fenómeno climático.

Planteadas las cosas así, es necesario hacer algunos apuntes sobre la amenaza antisistema. Parece muy difícil que las olas de violencia contra el Estado de derecho del verano pasado vuelvan a repetirse. El peor enemigo de los violentistas es la recesión económica que azota a las regiones del sur, sobre todo a Puno y Cusco. Sin embargo, eso de ninguna manera significa que el humor antisistema haya dejado de expandirse.

El sentimiento antisistema en el Perú puede volver a amenazar a las libertades en las próximas elecciones nacionales del 2026, tal como lo hizo en los comicios del 2006, del 2011 y del 2021. Y acaso esta vez el azar y la providencia no jueguen a favor de la libertad, como ha acaecido en el Perú. En otras palabras, Dios no siempre será peruano.

De allí que, más allá de la precaria estabilidad alcanzada entre Ejecutivo y Congreso, el momento del Perú es extremadamente dramático, sobre todo si le agregamos el bajo crecimiento de la economía y el hecho de volver a ser una sociedad que aumenta pobreza.

En realidad, no hay tiempo que perder. El Ejecutivo debe garantizar las inversiones en el sur y materializar las obras de prevención. El Congreso debe derogar todas las leyes que bloquean la inversión privada y legislar frenéticamente para promover el crecimiento. Si no lo hacen es porque todavía no han entendido el momento límite del país.

Víctor Andrés Ponce
18 de junio del 2023

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