LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
La búsqueda del teflón Urresti
El presunto seguimiento a Del Castillo y la aparente actividad frenética en la DINI.
La denuncia de la revista Correo Semanal sobre un reglaje en contra del secretario general del Apra, Jorge del Castillo, con fotos incluidas, nos revela que, por angas o por mangas, los muchachos de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) han comenzado a trabajar con frenesí para justificar el incremento presupuestal otorgado por Humala. Pero la reacción de Urresti señalando que el mencionado reglaje lo habría ordenado el propio Alan García para desprestigiar al gobierno, nos desvela la complejidad del problema. De una u otra manera, hemos entrado de lleno a las operaciones psicosociales que se desarrollan en los países bolivarianos.
No solo se trata de gestar una extremada polarización política con la oposición sino de buscar el efecto teflón. ¿A qué nos referimos? En Venezuela, por ejemplo, cuando Hugo Chávez vivía, la polarización era tan cruenta que las acusaciones contra el líder llanero entraban en una especie de limbo y luego caían en la incredulidad. Cualquier responsabilidad que se demandaba era atribuida a la intención de la oposición de derribar a Chávez. El hombre había conseguido el ansiado teflón.
Los estrategas de bolsillo de la Dini, al parecer, han comenzado a aplicar el manual. El objetivo sería que las acusaciones contra Urresti se multipliquen por doquier para que el aprendiz de caudillo replique e, incluso, “pueda demostrar” que la acusación proviene de “los partidos tradicionales”. Si las cosas son así, la oposición democrática debería considerar cómo evita la polarización extrema y anula el posible teflón. Asimismo, los medios tendrían que dormir solo con un ojo, porque las sembradas para desprestigiar a la oposición se multiplicarán.
Si las cañoneras de Urresti disparan sin cesar contra Alan García y Keiko Fujimori, estos deberán caminar en punta de pies para que los aprendices de montesinos no consigan su objetivo: que la polarización se desarrolle entre Urresti y “los partidos tradicionales”.
En este tablero que se pretende armar el más incómodo es García, por la obsesión de Urresti contra él (la misma de Sergio Tejada y Nadine Heredia, por ejemplo), porque el plan es que el candidato aprista no ingrese a la segunda vuelta. La mayoría sabe que García podría desarmar la opereta Urresti, pero en ese camino podría quedar muy magullado cuando todos hacen calistenia para la carrera electoral.
En medio de estos psicosociales, los personajes que empiezan a silbar con las manos en los bolsillos son Ollanta Humala y Nadine Heredia, pese a enfrentar huracanes por el escape a Bolivia. Allí también reside uno de los objetivos del ataque Urresti: oxigenar a la cúspide palaciega.
En la guerra de movimientos si el enemigo embiste por flanco izquierdo y esa batalla no es conveniente, entonces, la sapiencia indica que el contraataque se desarrolle por el lado derecho. De una u otra manera, considerando la experiencia de los líderes de la oposición y, sobre todo, la vieja escuela aprista, lo más probable que las pedradas de Urresti contra los partidos solo sea el preludio de más tormentas y quizá de un cataclismo para el matrimonio presidencial. Vale recordar que la polarización de los dos primeros años del régimen nacionalista antecedió el vía crucis Belaunde Lossio.
Es lamentable analizar las cosas en esos términos. No parece una autopsia de una coyuntura política en democracia, sino de una guerra prolongada que el nacionalismo inició y persiste en mantener no obstante que los oficialistas siempre acaban por las patas de los caballos.
Por Víctor Andrés Ponce
(16 - Ene - 2015)
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