LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
¿Es viable el Gabinete Jara?
A propósito de la discutida viabilidad política del actual Consejo de Ministros.
En democracia la política es la energía que conecta las instituciones, a los actores del espacio público, y se convierte en los rieles sobre los cuales transitan las reformas. No hay libertad sin política. Los autoritarismos no necesitan de ella porque el acuerdo está en las antípodas del ejercicio concentrado del poder. ¿A qué viene esto? Se ha desatado una discusión sobre el futuro del Gabinete Jara. ¿Debe relevarse a este Consejo de Ministros? ¿Tiene viabilidad política?
Al margen de la propia voluntad de la señora Jara, este Gabinete ha sumado tal cantidad de responsabilidades políticas que es absolutamente posible que se forme una mayoría en el Congreso a favor de la censura. El mal manejo de la ley Pulpín, la fuga de Belaunde Lossio a Bolivia, los reglajes y, sobre todo, la guerra verbal contra líderes de la oposición desatada por el ministro del Interior, Daniel Urresti, acumulan una responsabilidad política del peso de un planeta.
¿Qué podría suceder si el Gabinete es censurado? Un grave problema de gobernabilidad, porque no solo se licenciaría al Consejo de Ministros sino que, si el gobierno no se rectifica, empezaría un verdadero vía crucis para conseguir el voto de investidura del nuevo Gabinete en el Legislativo. Si no hay retroceso, si no hay voluntad de enmienda, se colocaría a la democracia al borde del abismo. O, quizá, ¿alguien pretende un escenario de ese tipo?
Por todas esas consideraciones hemos ha llegado a un momento en el que Palacio debería girar con firmeza e iniciar un camino de consultas y conversaciones. Es el jefe de Estado quien debe levantar el teléfono, porque el desmadre ha nacido en Palacio y, de una u otra manera, los líderes de la oposición han puesto la otra mejilla una y otra vez.
Para avanzar en ese camino, la presencia de ministros como Daniel Urresti, Pedro Cateriano y Daniel Figallo se vuelve inviable políticamente. Por ejemplo, imaginemos que sumar los votos para una eventual censura legislativa a todo el Gabinete se complica, sin embargo el derribar la testa de Urresti si es un desenlace cantado.
Algunos estrategas de bolsillo pretenden justificar sus remuneraciones y, al parecer, han convencido a Palacio de que Urresti puede pegar, y quisieran llevar al límite la polarización con los “políticos tradicionales” para ver si el ministro del Interior se viste con los colores del outsider.
No obstante, el Presidente debería recordar todas las estrategias que se han desarrollado durante su mandato en contra de la oposición y sacar conclusiones. No hay triunfos que celebrar sino derrotas que sumar, en medio del debilitamiento general del gobierno nacionalista.
A estas alturas del partido, el jefe de Estado debería comenzar a pensar en el legado que le deja a la sociedad peruana. Nadie lo puede negar, el gobierno nacionalista es lo más mediocre que nos pudo ocurrir y la política se ha envilecido a niveles impensables, pero el solo hecho de entregar el el poder el 2016 a la nueva autoridad elegida amenguaría, o quizá borraría las malas impresiones. Si a esto se le suma la voluntad de enfrentar la desaceleración económica, entonces, todos recordaríamos sin pasiones que Humala fue el tercer jefe de Estado en la democracia post fujimorista. Pero para crear ese escenario solo hay un camino: levantar el teléfono, convocar y dialogar.
Por Víctor Andrés Ponce
(30 - Ene - 2015)
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