LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
¿En dónde está el “Allende andino” de algunos miembros de la OEA?
Castillo ya no puede ser la leyenda de la llegada de los Andes al poder
El predominio de gobiernos de izquierda en la región puede cambiar para siempre la naturaleza de la OEA y, de alguna manera, el sistema interamericano puede ponerse al servicio de los objetivos del Foro de Sao Paulo y del Grupo de Puebla. ¿Por qué tendría que ser de otra manera? Cuando en Venezuela se quebró el estado de derecho y la mayoría de gobiernos en la región no eran de signo ideológico de izquierda, se condenó el autoritarismo venezolano y se conformó el Grupo de Lima para intentar salvar las libertades en el país llanero.
Hoy todo es diferente. Una parte significativa de gobiernos en la región escriben con la mano izquierda. México, Nicaragua, Venezuela, Perú, Chile, Colombia y Bolivia, con diferentes tonos y énfasis, promueven repúblicas plurinacionales con equidad de género y se alinean con los objetivos del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Pueblo. La OEA entonces tiene un nuevo coro. De allí que el Departamento de Estado de los Estados Unidos se haya diferenciado nítidamente de la decisión del Consejo Permanente de la OEA, que respaldó la petición del gobierno peruano de analizar el estado de derecho en el país y acordó enviar una misión al Perú.
El organismo interamericano entonces ha entrado en una etapa de definiciones, como empieza a suceder en todo el planeta, en todos los organismos multilaterales influenciados por la llamada globalización progresista, en la que se instrumentalizan estas entidades internacionales para una agenda anti occidental de las izquierdas.
Sin embargo, más allá de las especulaciones sobre la situación y el futuro de la OEA vale destacar la argumentación sobre el origen indígena de Castillo, que revela cuáles son las intenciones de la izquierda latinoamericana con respecto al gobierno peruano.
Antes debemos señalar que casi toda la izquierda regional ha entendido que el proyecto de la constituyente de Castillo se ha convertido en una especie de Waterloo del que no parece haber salida. Todas las tragedias del gobierno de izquierda provienen de esa constituyente y de las denuncias de corrupción que se acumulan. El desmoronamiento de Castillo entonces es evidente para todos. De lo contrario, la OEA no estaría haciendo maletas para viajar a Lima.
Pero, ¿por qué si el Perú es uno de los países más mestizos e inclusivos de la región se insiste con el veto blanco y oligárquico en contra de Castillo? Si en el Perú han existido gobiernos de mestizos, como los de Sánchez Cerro, Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, ¿se insiste con esa tontería del veto oligárquico que no creen ni los propios activistas de la OEA? Si los Andes han tomado la costa y casi todas las ciudades, si Lima es la principal ciudad andina del país, ¿de dónde viene esa frivolidad del veto oligárquico solo porque Castillo se puso un sombrero?
Todo indica que el Foro de Sao Paulo está buscando un “Allende andino” para el Perú, que posibilite un contragolpe revolucionario en el corto plazo o la construcción de un relato o narrativas en el mediano plazo, tal como sucedió con Salvador Allende en Chile, un proceso que culminó en la constituyente luego de varias décadas. El Allende andino entonces podría ser derrocado por la acción de las oligarquías nacionales, no por la permanente incapacidad moral para gobernar.
Sin embargo, el acierto o el desacierto de la oposición, de dejar a Castillo en el poder por más de un año ha permitido que, en vez de un Allende andino, Castillo se convierta en sinónimo de temas penales y judiciales.
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