LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
El Presidente encarcelado que pudo ser un “Allende andino”
Se derrumbó la estrategia continental de las izquierdas
Pedro Castillo ha sido encarcelado por el delito de sedición y, más allá de las amenazas febriles de algunos acerca de la posibilidad de tomar Lima para defender “al gobierno del pueblo”, todo deja en evidencia que el ex mandatario está solo, aislado, sin ningún apoyo popular. Por ejemplo, el presidente de Colombia, Gustavo Petro –a través de varios tuits–, no entendía cómo Pedro Castillo se quedó encerrado en Palacio, “aislado del pueblo que lo eligió”.
De alguna manera todas las corrientes comunistas y colectivistas del continente desarrollaron una enorme esperanza con respecto a las posibilidades de Castillo. Un político que reclamaba su origen andino, “humilde, del pueblo”, y que desarrolló un histrionismo casi cómico –en los primeros meses de su gobierno– al ponerse el sombrero chotano, incluso, para asistir a reuniones internacionales. De una u otra forma, él estaba llamado a convertirse en un “Allende andino”.
Un Allende andino que, al igual que el Allende de Chile, ya sea en el gobierno o derrocado del poder, sirviera para organizar los relatos y las iconografías de varias décadas. Por ejemplo, si bien la nueva constitución soviética y posmoderna de Chile fue rechazada por una abrumadora mayoría, es incuestionable que la leyenda de Allende alimentó y engordó la mayoría de los relatos de la izquierda mapocha, la instalación de la constituyente y el triunfo electoral de Gabriel Boric. La idea de un Allende andino, del proyecto de “indigenización del Perú” –tal como se pretende ensayar en Bolivia– era parte de la planificación de las corrientes comunistas y colectivistas vinculadas al Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla.
Sin embargo, hoy nadie marcha por Castillo, no obstante que ya ha sido encarcelado por sedición flagrante. Ahora bien, ¿qué hubiese sucedido si Castillo era vacado a los seis meses de su Gobierno y no a fines del 2022, como acaba de pasar? En otras palabras, ¿qué habría pasado, como se dice, si se cogía la fruta antes de que madurara?
Es evidente que las corrientes comunistas y colectivistas habrían organizado una contraofensiva revolucionaria, habrían paralizado el sur del país y, de una u otra manera, se podría haber configurado una guerra entre los Andes y la franja costera del país. Nada de eso ha sucedido porque no se cometió el gravísimo error de vacar a Castillo antes de que los hechos desvelaran su incapacidad moral permanente para gobernar.
De alguna manera el sistema republicano, las instituciones y los actores tuvieron el sentido común de cultivar la paciencia estratégica, fundamental e imprescindible para la buena política, y se esperó el momento adecuado para vacar al proyecto de dictador.
Hoy Castillo sigue más aislado que nunca y cualquier contraofensiva revolucionaria es un delirio. Castillo no es el Allende de los Andes sino un delincuente, un sedicioso más, que expresa la grave crisis y descomposición del sistema político nacional.
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