¿El peor o el mejor Congreso de los últimos lustros?

Si tomamos en cuenta las campañas de un sector mediático en contra de los despropósitos de un puñado de legisladores sería fácil concluir que estamos ante el peor Congreso de la historia nacional. Finalmente, el nivel de algunos congresistas y las denuncias de corrupción en los contratos laborales abonan a esta percepción. 

No obstante, si analizamos la conducta del Congreso en relación a la defensa de la Constitución y la oposición de la mayoría de legisladores al proyecto de la asamblea constituyente del comunismo, no es exagerado sostener que estamos ante el mejor Congreso de la historia reciente. Y sobre todo si analizamos el comportamiento de los últimos legislativos. Allí está el Congreso que se rindió ante un golpe de masas y dejó caer al Gobierno constitucional de Manuel Merino.

En el actual Congreso se resistieron con firmeza todos los arrestos autoritarios de un Ejecutivo que culminó con un golpe de Estado fallido el 7 de diciembre pasado. Se archivó el proyecto de la asamblea constituyente, se aprobó una ley sobre la cuestión de confianza que precisaba que no se podía proponer confianza en contra de funciones exclusivas y excluyentes del Congreso (elección de magistrados del Tribunal Constitucional), y se ratificó el principio constitucional acerca de que cualquier reforma total o parcial de la Constitución debe pasar previamente por el Legislativo antes de someterse a referendo. Igualmente se rechazó una reforma tributaria del Gobierno colectivista de Pedro Castillo, que pretendía modificar el modelo económico de raíz, sobre la base del relato acerca de que los ricos eran los culpables de la pobreza en la sociedad.

Por si fuese poco, el actual Congreso, en un acto que sorprendió a tirios y troyanos, eligió a seis magistrados del Tribunal Constitucional, que reemplazaron a los jueces que ejercían con los plazos vencido, de los cuales una mayoría convalidó el golpe de Vizcarra a través del cierre inconstitucional del Congreso.

Si analizamos estos hechos es evidente que la respuesta institucional del sistema del Estado de derecho en el Perú (Congreso, Tribunal Constitucional, Ministerio Público y Poder Judicial) ante el golpe fallido de Castillo y el eje bolivariano, respuesta que preservó la Constitución y la democracia, no podrían explicarse sin la firme y decisiva actuación del actual Congreso.

Cualquiera puede subrayar los graves errores que se cometen en el actual Legislativo, y no cometerá injusticia si los hace. Sin embargo, mirando más allá de la coyuntura, tratando de imaginar el balance de las siguientes generaciones, si se preserva el Estado de derecho en los próximos lustros nadie negará que el actual Legislativo nos salvó de una larga noche totalitaria.