LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
¿El nacionalismo se desploma?
Sobre el desborde de denuncias de corrupción alrededor del caso Martín Belaúnde
El nacionalismo hace agua por todos lados. La causa del naufragio, sin lugar a dudas, es el caso de Martín Belaunde Lossio que, de una u otra manera, compromete a la mal llamada pareja presidencial. Antes, el escándalo del irregular resguardo policial a la casa de Óscar López Meneses ya anunciaba el temporal. Los hechos se alinean de tal manera que, de súbito, los ministros políticos del régimen se convierten en bomberos de un incendio que puede terminar achicharrándolos.
El audio que se acaba de propalar y en el que el ministro de Justicia, Daniel Figallo, sugiere a la procuradora Yeni Vilcatoma la posibilidad de que Belaunde Lossio se acoja a la colaboración eficaz, indica que Palacio pretende intervenir en el tema. El inmediato respaldo de la jefe del Gabinete, Ana Jara, a un Figallo en apuros nos señala que las cosas van para mayores.
Muy por el contrario, Daniel Urresti desarrolla un perfil diferente. Se compromete a visitar al psiquiatra si es que no captura a Belaunde Lossio. Al margen del histrionismo ratifica su voluntad de apresar al prófugo. ¿Ana Jara tiene un rol en el tema y Urresti otro diferente? ¿En Palacio acaso se ha entendido que Urresti es el candidato y, por lo tanto, hay que evitar desgastarlo con el asunto?
Demasiado sofisticado. Más bien, los diferentes sucesos nos podrían indicar que en el gobierno se ha producido tal desorden con las denuncias alrededor del caso Belaunde Lossio que solo un puñado de leales sigue coordinando directamente con la cúpula palaciega para enfrentar la tormenta que ha desatado los vínculos de Juan Carlos Rivera Idrogo, gerente general de Antalsis, con la pareja presidencial y los funcionarios palaciegos más encumbrados.
En este contexto de desorganización oficialista, la perpetua separación entre mala política y buena economía que caracteriza a la democracia post fujimorista y que era percibida como una amenaza a los círculos virtuosos del crecimiento económico, hoy puede convertirse en una inesperada bendición. El ministro de Economía, Alonso Segura, no obstante la metida de pata con el incremento de los impuestos a los dividendos, y los titulares de la producción, de educación y otros sectores, continúan con su trabajo mirando a la distancia los huracanes políticos que amenazan derribar varias cornisas de Palacio. Es como si estos portafolios se hubiesen autonomizado de la casa de Pizarro.
Esta acumulación de hechos plantea la interrogante sobre cuán sombrío puede ser el futuro del nacionalismo. Si consideramos que la Vicepresidenta de la República, Marisol Espinoza, ya está organizando su propia bancada, uno se atrevería a decir que el mañana del nacionalismo es pura desolación. Ni el toledismo ni el segundo aprismo tuvieron resultados decorosos luego de abandonar el poder. Se redujeron a la mínima expresión. Sin embargo el nacionalismo podría desaparecer. No aparece un futuro con tanto escándalo que se avecina contra Ollanta y Nadine.
Sin embargo, la estrella ascendente de Urresti puede convertirse en una tabla de salvación. A pesar de su política de cero reformas para enfrentar el desborde social de la criminalidad, el titular del Interior se ha erigido en el oficialista con más aprobación en base al punche mediático. Pero a Urresti le debe haber picado el mosquito de la ambición política y quizá una lucecita por allí ya le indique que si se trata de seguir subiendo, tarde o temprano, habrá que distanciarse de la pareja que lo encumbró en el gabinete.
Paradojas de un régimen que respetó la democracia y el mercado solo por la presión de una mayoría política, social y mediática, y que nunca pudo reconvertirse a los estilos de gobernar en democracia.
Por Víctor Andrés Ponce
08 - dic - 2014
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