LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
El Gobierno de izquierda de Boluarte necesita una oposición de derecha
Se prioriza la inversión pública y no se dice mucho sobre el sector privado
El discurso presidencial de Dina Boluarte fue uno excesivamente extenso y detallista. Sin embargo, los logros no parecían estar al alcance de la mano, sobre todo considerando los cataclismos y tormentas que debió enfrentar en los pocos meses de administración. Quizá a la señora Boluarte le faltó ser enfática en señalar que su principal contribución al Estado de derecho haya sido resistir una de las oleadas de violencia más cruentas que el eje bolivariano escenificó en la región. Gracias a esa resistencia hoy seguimos en un Estado de derecho, y no se exagera cuando algunos sostienen que, por mucho menos, la derecha peruana habría aceptado una constituyente. Para cualquier duda, allí está el ejemplo pusilánime de la derecha tradicional chilena.
Luego de algunos meses el sistema político comienza a estabilizarse, y ni las acciones radicales ni las campañas progresistas –con encuestas en mano– para adelantar las elecciones parecen tener la fuerza necesaria para cambiar el curso institucional hacia el 2026. Es en este contexto en que se debería analizar el discurso presidencial de Fiestas Patrias.
Planteadas las cosas así, es evidente que el Gobierno de la señora Boluarte se ha definido como uno de izquierda democrática. Es democrático por su apego a la constitucionalidad, el equilibrio de poderes y por la voluntad de seguir cooperando con el Legislativo. Pero es de izquierda porque en el primer mensaje presidencial de Fiestas Patrias ha dejado en claro que el Estado y la inversión pública deben ser considerados los principales actores de la reactivación. Más allá de los anuncios de inversiones en infraestructuras, el mensaje presidencial se focalizó en el gasto estatal en las obras de prevención, algunos proyectos emblemáticos en el sur y una lista detallada de inversiones públicas en todos los sectores.
Para la señora Boluarte parecía no existir la terrible tormenta que nos indica que la economía creció cero en el primer semestre de este año con tendencia a la recesión y que, por lo tanto, la pobreza seguirá en aumento. No parecía entender que la inversión privada lo es todo: explica el 80% de la reducción de pobreza en las últimas décadas, el 80% de los ingresos fiscales y el 80% del empleo en la sociedad. Si se hubiese entendido ese hecho incuestionable, el mensaje presidencial habría sido el del relanzamiento de la inversión privada para evitar el deterioro y una posible recesión. No fue así porque se cree demasiado en el Estado.
Recostarse en el gasto estatal inevitablemente lleva a aumentar impuestos para crear un espejismo económico. Ya sabemos cómo terminan esas aproximaciones: al final no hay reactivación y todo el modelo entra en cuestión. Ya sucedió en el Perú y pasa en todos lados.
El Gobierno de izquierda de Boluarte ya tiene una oposición radical de la izquierda comunista y también progresista. Ahora lo que se necesita con urgencia es una oposición de centro derecha que focalice su acción opositora en la reducción de pobreza y enfrente los discursos populistas y demagógicos de comunistas y populistas, que explican la pobreza por la acción de explotadores y no por falta de inversiones que crean empleo.
Si no hay oposición de la centro derecha los fracasos del Gobierno de izquierda de Boluarte podrían servir para alimentar el discurso o el humor antisistema que discrepa con el plan del Ejecutivo porque existe demasiada timidez en el estatismo. El surgimiento de una oposición a favor de la inversión privada, que reduce la pobreza, definirá en gran parte el desenlace del 2026. Una oposición que le diga al país que la pobreza ha vuelto a aumentar porque el progresismo y sus narrativas llevaron a Pedro Castillo al poder, y que él –con sus anuncios de la constituyente y las nacionalizaciones– detuvo y sepultó la posibilidad de nuevas inversiones.
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