LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
El factor Castañeda
Alcalde de Lima inaugura su gestión con gesto democrático encomiable
Luis Castañeda asumió la alcaldía de Lima invitando al presidente Ollanta Humala y al Cardenal Juan Luis Cipriani a la ceremonia de juramentación. En su discurso el burgomaestre limeño habló de la necesidad de un acuerdo para resolver los problemas de la ciudad. Pero no solo convocó a los mencionados personajes sino que extendió la invitación a los alcaldes distritales, a quienes saludó efusivamente. El mensaje era directo: la nueva gestión, a diferencia de la Susana Villarán, iba a retomar una regla clásica y fundamental de la política: el diálogo, el acuerdo, y la consulta.
El gesto de Castañeda no solo vale para la administración edil sino para el escenario nacional. En medio de las guerras prolongadas, sin cuartel, entre el gobierno y la oposición, que amenazan con ahogar la política peruana, la idea de impulsar acuerdos, de concertar, es como respirar oxígeno en medio de gas tóxico.
El régimen nacionalista ha envenenado el espacio público como solo sucede en los regímenes bolivarianos. Todos los puentes han sido dinamitados y las carreteras bloqueadas. No hay tregua y solo quedan los espacios para la guerra. Con Keiko Fujimori, Alan García y PPK en plena campaña hacia el 2016, se hace difícil que los puentes se reconstruyan desde el lado de la oposición. Tampoco es imaginable que desde Palacio se levante una bandera blanca luego de haber disparado a diestra y siniestra, a tontas y locas. Cualquier solicitud de armisticio se entendería como una voluntad de “concertar” a cambio de bajar el tono en las denuncias en el caso Belaunde Lossio.
Los puentes derribados y las carreteras bloqueadas podrían continuar hasta el relevo gubernamental, pero semejante situación sería aceptar una peligrosa enfermedad para la democracia. El sistema democrático, el sistema de gobierno, las relaciones Ejecutivo y Legislativo, tienen que proseguir hasta el cambio de administración. Es decir, no se puede parar de gobernar, sobre todo, cuando el Perú necesita de urgentes reformas para enfrentar la desaceleración económica. Si los puentes siguen dinamitados pasaremos del piloto automático al que cada uno haga lo que mejor le parezca. Semejante estado representa una crisis de gobernabilidad.
Bueno, pues, el gesto de Castañeda de convocar a tirios y troyanos representa una tendencia integradora en medio de las intensas fuerzas desintegradoras. El histórico respaldo electoral del Mudo y su condición de alcalde metropolitano sin intenciones de postular el 2016 le otorga un margen de maniobra que muy pocas veces se le ha presentado a político alguno. Si Castañeda sigue en la política grande como lo hizo en la pasada campaña electoral, inclusive, se convertirá en el gran aliado que disputarán Keiko, Alan, PPK y el nacionalismo hacia el 2016.
Todo nos indica que el Mudo nos seguirá sorprendiendo con el gesto político. Ganó una elección con la mayoría de medios tradicionales en contra e, incluso, con el amague de algunos jueces electorales que pretendieron inhabilitarlo. De una u otra manera, el político se impuso sobre otros grupos de presión. Los primeros días de administración edil nos señalan que los mismos enemigos de la campaña pasada afilan lanzas y navajas, pero Castañeda sigue haciendo política y convoca a perro, pericote y gato. En una sociedad abierta nada existe sin la política. El Mudo hasta hoy parece haber entendido esa verdad.
Por Víctor Andrés Ponce
(05 - Ene - 2015)
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