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El Estado fallido en el Perú

Sin reforma del Estado no hay modelo viable

El Estado fallido en el Perú
Víctor Andrés Ponce
17 de marzo del 2023


El fracaso de los sucesivos gobiernos en la reconstrucción y prevención para enfrentar los desastres climáticos no solo es asunto de corrupción, sino que revela la falla estructural del modelo peruano: la ausencia de Estado; y que cuando este se hace presente solo parece sumar ineficiencia y corrupción. El Estado peruano parece fracasar en todo, de principio a fin.

En este contexto surge una pregunta inevitable, ¿cómo es posible que el Perú siga en pie y no haya sucumbido a una implosión general de la sociedad? Todo indica que la respuesta está en la economía. El modelo económico, la macroeconomía en general y la continuidad de la desregulación de mercados y precios, ha permitido construir una columna poderosa que sostiene al Perú a pesar del desastre estatal. Una columna que se expresa en crecimiento y reducción de pobreza, más allá de las narrativas de la izquierda comunista.

La desregulación de la economía ha permitido que el sector privado se convierta en la primera fuente de riqueza y empleo. Produce el 80% de los ingresos del Estado y provee más del 80% del trabajo. Semejante estado de cosas posibilita un statu quo económico y social que, de una u otra manera, ha permitido sostener el Perú. El fracaso general del Estado, sumado a una eventual crisis económica generalizada con aumento de pobreza, habrían desarmado al Perú llevándolo a la disyuntiva de la anarquía o la salida autoritaria (ya sea en su versión de derecha o revolucionaria).

Sin embargo, la economía se ha convertido en la superficie quieta sobre la cual se desarrollan todos los estropicios de los políticos, sobre la cual las izquierdas –en todas sus versiones– construyen las narrativas en contra de ese modelo que, precisamente, es lo único que sostiene al país ante el fracaso de los partidos y la crisis de la legitimidad de las instituciones.

La izquierda comunista señala que el fracaso del Estado es la expresión natural de los límites del modelo. Es decir, que para desarrollar su crítica pretende cargarse lo único que ha funcionado en la economía y la sociedad desde la fundación republicana: la actual economía de mercado que ha triplicado el PBI y ha reducido la pobreza del 60% de la población a 20% (antes de la pandemia).

Es evidente entonces que para salvar el modelo tenemos que reformar el Estado. No hay modelo sin Estado, al margen de cualquier teoría. Y una de las grandes expresiones del fracaso del Estado está en la imposibilidad de redistribuir la riqueza que produce el sector privado –sobre todo por el fracaso de la regionalización– y materializarla en carreteras, sistemas de agua y desagüe, escuelas y postas médicas en las zonas y áreas más excluidas de la economía formal y la globalización. El sector privado produce riqueza y aporta recursos como nunca en la historia republicana, pero el Estado no puede redistribuir esa prosperidad en las regiones con mayores exclusiones.

El problema del modelo entonces es de una magnitud tal que definirá el futuro de la economía desregulada. Si no se reforma el Estado, la posibilidad de la revolución colectivista crece exponencialmente. Allí están las tragedias de las lluvias y la rabia que crecerá. Podríamos estar ante un nuevo capítulo de la insurrección contra el orden actual.

Víctor Andrés Ponce
17 de marzo del 2023

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