LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Covid-19: cuando el sector privado lidera la guerra
Equipar hospitales cuanto antes para combatir la pandemia
En España acaba de suceder un hecho que debe servir para la historia, la sociología y las ciencias políticas, frente a la demonización que las izquierdas y los marxismos han desarrollado en contra del sector privado. El multimillonario Amancio Ortega, dueño de una fortuna que sobrepasa los US$ 71,000 millones y que incluye al grupo textil Inditex y la cadena de ropas Zara, acaba de donar 300,000 mascarillas quirúrgicas, 75,000 equipos de protección y equipos de ventilación mecánica, al sistema de salud español, mientras la administración socialista-comunista del PSOE- Podemos se paraliza en medio de las trabas burocráticas del Estado y la frivolidad de sus dirigentes.
El propio Pablo Iglesias, líder de Podemos, quien promovió la marcha multitudinaria del 8 de marzo –una de las causas de la tragedia española de hoy frente al coronavirus–, ante las donaciones del multimillonario Ortega, dijo que “una república no puede depender de las donaciones de un señorito multimillonario”. Una respuesta que desconcierta frente al hecho de que los ancianos son abandonados a su suerte en los asilos (residencias) de Madrid, porque se destinan los escasos respiradores para gente más joven. El comunismo no solo es obsesión del poder por el poder, sino también frivolidad con el desvalido a quien se descarta como un número más.
Allí donde el Estado es ineficiente y se paraliza con sobrerregulaciones e irregularidades, el empresariado comienza a asumir su papel y a convertirse en el principal protagonista de la crisis. En Estados Unidos sucede algo especial. El presidente Donald Trump ha invocado una ley de excepción, de la guerra de Corea del siglo pasado, para obligar a General Motors a producir 10,000 respiradores mensuales. De otro lado, la farmacéutica Abbot desarrolló un test de detección directo del virus del Covid-19 que establece los positivos en cinco minutos y los negativos en 13. La FDA ya autorizó el test y comienza a producirse en masa. La movilización del sector privado estadounidense –al lado del Estado– evoca la gesta de los empresarios en la Segunda Guerra Mundial, que desarrollaron artillería más poderosa del conflicto, trabajando contra el reloj.
En el Perú los empresarios peruanos han comenzado también a correr contra el tiempo, frente a las limitaciones de nuestro Estado. La Sociedad Nacional de Minería y Petróleo (SNMP) donará 500,000 kits de pruebas, la Confiep ha recaudado más de US$ 2 millones para compras de equipo hospitalario, el BCP donó S/ 100 millones para distribuir entre los sectores de pobreza y se acaba de conocer que el sector privado acaba de adquirir 100 respiradores que llegarán entre abril y mayo. Vale destacar que el Ejecutivo ha señalado que solo existen 259 respiradores disponibles en el sistema de salud.
¿A qué vamos? Una vez más queda demostrado que la filantropía y la solidaridad solo son posibles en las sociedades que cuentan con un sector privado poderoso y que tienen niveles de bienestar aceptables. En los países donde los déficits fiscales producen inflación no hay ninguna posibilidad de solidaridad. En Venezuela, por ejemplo, la gente sigue arranchándose el papel higiénico.
Los marxismos y los colectivismos han desarrollado una incesante demonización del sector privado y han logrado apoderarse de los sentidos comunes sociales e influyen en los medios. A medida que la crisis del Covid-19 se desarrolle, la filantropía empresarial irá en aumento porque es imposible que el sector privado permita que se destruya la sociedad en la que se construyó su riqueza. Es una ley de la historia universal que el marxista frivolón pretende negar invocando argumentaciones ideológicas.
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