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Castañeda vuelve a subir

Castañeda vuelve a subir
Víctor Andrés Ponce
01 de julio del 2015

Contra viento y marea, el alcalde sigue siendo el político más popular

El alcalde de Lima, Luis Castañeda, vuelve a subir en las encuestas. En Junio, GFK registra un incremento de 7 puntos y el burgomaestre consigue 65 puntos de aprobación, sobre todo, con la gracia de los sectores C, D y E. Si bien el alcalde empezó a descender en aprobación, nunca dejó de ser el político más popular del país, no obstante la impresionante campaña mediática en su contra.

El fenómeno Castañeda es un hecho que merece estudiarse porque tiene enorme consecuencias para nuestra construcción como sociedad abierta. De una u otra manera, de esta experiencia se podría extraer pautas de comportamiento entre políticos, medios, y diversos grupos de presión.

En las elecciones pasadas y durante los primeros meses de gestión, Castañeda no solo enfrentó la natural y entendible anti propaganda de los sectores villaranistas sino que, sorprendentemente, algunos medios se inclinaron por la anti propaganda. Semejante impulso mediático solo se puede comparar con las anti campañas contra Alberto Fujimori en las elecciones de 1990 y contra Humala en las elecciones del 2006 y el 2011. Algo más grave. Se puede entender que los medios se deslicen en la anti propaganda en la hoguera de una elección, pero, ¿en los primeros meses de una gestión metropolitana? Aquí es donde debemos abrir los ojos y mirar más allá de lo evidente.

Sin embargo Castañeda se impuso y ahora vuelve a imponerse en base a su relación con los sectores populares. Las ideas de que no quiere “reformar el transporte”, de que ´”es puro fierro y cemento” y de que “es la suma de las improvisaciones”, no parecen pegar en la mayoría limeña sino solo en algunos sectores mesocráticos de la capital. Una especie de clasismo que parece acompañar a la gestión del alcalde metropolitano.

Pero quizá lo más importante es que, en todas las guerras mediáticas que se libran en su contra, Castañeda sale indemne. Por angas o por mangas, el papel del político, la fuerza del político, comienza a revalorarse frente a otros poderes y estrategias. Un activo muy importante para la democracia porque distribuye el poder de los actores en la sociedad abierta.

Y es que con la crisis de los partidos y los políticos, algunos creyeron que podían dictar la hora en los asuntos públicos. Semejante estado de cosas representa un desbalance en cualquier sociedad libertaria.

De otro lado, las recurrentes victorias de Castañeda consolidan la idea de un elenco estable de la política, de una representación política del crecimiento y la impresionante reducción de pobreza de las últimas décadas, y que hoy se expresa en las ubicaciones privilegiadas de Keiko Fujimori, PPK y Alan García en todas las encuestas.

La dureza y el engrosamiento de Castañeda pese a las guerras del fin del mundo que se desatan contra él, nos recuerda el papel del político en cualquier sociedad con poder difuminado. El político no solo representa a los ciudadanos en el estado, sino que también pone en vereda a los grupos de presión con las armas y las herramientas que otorga la propia libertad. Y eso es lo que está pasando. Tremendo aprendizaje.

Por Víctor Andrés Ponce

1 – Jul – 2015

Víctor Andrés Ponce
01 de julio del 2015

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