El futuro de las pensiones en cuestión

Efectos negativos de una ley aprobada en el Congreso

No obstante la observación del Ejecutivo, la ley aprobada en el Congreso que permite que las personas en edad de jubilarse puedan retirar el 95,5% del fondo acumulado en cuentas individuales del Sistema Privado de Pensiones (SPP) representa un total despropósito cualquiera sea el ángulo de análisis. En la práctica es liquidar el sentido y los objetivos del sistema de cuentas individuales por la natural inclinación del ser humano a resolver los problemas del presente antes que planificar el mediano y largo plazo. Si el jubilado que retira su fondo fracasa vuelve a ser un problema social para el Estado, pese a que aportó a una cuenta individual previsional en toda su vida laboral.

Como ya hemos sostenido en este Portal el sistema de cuentas individuales administrado por  organizaciones privadas de pensiones se creó ante la imposibilidad de que el tradicional sistema de reparto estatal, donde todos aportan a un fondo común, pueda financiarse en el futuro ante el incremento de la longevidad. El desarrollo que amplifica el bienestar y perfecciona los sistemas de salud está organizando una sociedad de mayoría longeva, con una alarmante reducción de la tasa de natalidad. Si los trabajadores que aportan al sistema de reparto son cada vez menos, entonces, la carga fiscal por las pensiones hunde al estado, a la economía, y crea situaciones parecidas a la crisis del estado de bienestar en Europa que hoy comienza a ser reformado con rapidez.

En un informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) se señala que los jubilados en el 2040 y el 2050 serán más pobres en el mundo, sobre todo en Europa debido a la caída de los aportes de trabajadores en actividad. Según la OCDE, en el 2014 Italia destinó un 15,8% de su PBI a las pensiones, Grecia 14,5%, Francia 13,8%, Austria 13,2% y España más del 10%. Cifras inmanejables para un estado que se alinea con el incremento de la productividad de la economía.

Los países que más padecerán una de las llamadas paradojas del desarrollo, que incrementa la longevidad y disminuye la tasa de natalidad, son aquellos que se niegan a desarrollar reformas los sistemas previsionales combinando los tradicionales sistemas de reparto con los sistemas de cuentas individuales administradas por los sistemas privados de pensiones.

El futuro de las pensiones en España se presenta realmente sombrío. Hoy, en el país ibérico existen cerca de 30 personas retiradas por cada 100 trabajadores activos. En el 2050 esa cifra se incrementará a 73,2 por cada 100 trabajadores. En el mencionado país el sistema público de pensiones paga al jubilado, en promedio, alrededor del 82,1 del último salario. Del total pagado al pensionista el 82, 1% depende del presupuesto del estado, es decir, de que existan trabajadores activos que aporten. Si el 2050 los jubilados y los activos casi se equipararán, ¿cómo va a hacer España para resolver semejante tragedia social si es que no desarrolla reformas?

Por todas estas consideraciones es absolutamente incomprensible la ley aprobada en el Congreso que le permite al jubilado retirar el 95,5% del fondo acumulado en la cuenta individual. Aprobar reformas a tontas y locas, sin estudios previos, sin considerar la realidad de las pensiones en el planeta, solo demuestra la frivolidad de nuestros congresistas en busca desesperada de votos.