Algunos días después de la APEC, poco a poco, el Per&uac...
El estancamiento de la economía –en crecimientos de menos de 3% del PBI– nos comienza a convertir en una sociedad que aumenta pobreza. En este escenario surge una disyuntiva: relanzar el modelo económico o involucionar hacia los estatismos o populismos que hoy empobrecen al 90% de los venezolanos.
¿Por qué una disyuntiva tan radical? El modelo actual ha logrado el milagro planetario de reducir la pobreza del 60% de la población a solo 20%, hasta antes de la pandemia y el gobierno de Pedro Castillo (hoy este flagelo se acerca al 30%). La mayoría de la pobreza reducida se produjo cuando el país crecía sobre el 6% del PBI y reducía varios puntos de pobreza anual. Por otro lado, para reducir la pobreza necesitamos por lo menos crecer sobre el 4% anual.
En este contexto, ¿qué va a suceder si el bajo crecimiento nos lleva a aumentar la pobreza? Creemos que los ex pobres, las clases medias precarias, pueden entrar en desesperación frente al agotamiento del bienestar de la sociedad y optar por salidas desesperadas: la demagogia y el populismo de las izquierdas latinoamericanas. Allí reside una de las explicaciones de la aparente disyuntiva frente al estancamiento económico.
En ese sentido, el Perú, la sociedad y los políticos tienen que producir un cambio radical en el camino. Una verdadera ruptura con el estado de mediocridad y estancamiento de la economía. ¿Cuál es la señal, la imagen, de un proceso de ese tipo? A nuestro entender es el camino de la flexibilidad laboral en los contratos de trabajo, porque implicaría un cambio radical de paradigma en toda la sociedad.
En el país existe la estabilidad laboral casi absoluta, luego de una sentencia del Tribunal Constitucional, en el 2001, que establece que un trabajador despedido puede optar por la reposición en el puesto de trabajo antes que la indemnización. En otras palabras, el puesto de trabajo existe independientemente de la productividad y rentabilidad de las empresas.
Cuando el Estado crea la realidad de las empresas privadas, entonces la sociedad ha asumido el criterio marxista acerca de que el trabajador crea la riqueza y que los empresarios se dedican a extraer la plusvalía, a explotar el esfuerzo de los trabajadores. Si el trabajador puede optar por la reposición en el puesto antes que la indemnización, entonces se trata de proteger al trabajador de la voracidad de los empresarios.
Todos ya sabemos que estas teorías a favor de los trabajadores han convertido a sociedades enteras en las mayores fábricas de pobreza de la historia de la humanidad. Allí están los ejemplos de los ex países de la Unión Soviética, y la pobreza y miseria en Cuba y Nicaragua.
Sin embargo, en el Perú los políticos y los partidos parecen colonizados por las teorías marxistas acerca de la riqueza creada por los trabajadores y la naturaleza explotadora de los empresarios. Creemos que, en esta realidad, reside una de las grandes explicaciones de todos los entrampamientos de la sociedad.
De lo contrario ya se habrían derogado los decretos laborales promulgados por el gobierno de Pedro Castillo, que prohíben la tercerización laboral, promueven la sindicalización artificial de los trabajadores y el libertinaje en el derecho de huelga, con el fin de promover la guerra de clases entre empresarios y trabajadores. Igualmente, ya se habría aprobado una nueva ley de promoción agraria sobre la base de la flexibilidad laboral en los contratos de trabajo.
Nuestra legislación laboral pretende proteger a los trabajadores y se dedica a proclamar derechos de aquí para allá; sin embargo, el único resultado ha sido la desprotección del trabajador. Según la Organización Internacional del Trabajo el 75% de los trabajadores peruanos padece informalidad. Y lo más paradójico: los trabajadores peruanos, con una legislación sobreprotectora, buscan el mejor momento para emigrar a las sociedades con plena flexibilidad laboral.
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