Buena iniciativa para formalización minera

El congresista Sergio Dávila, de Peruanos por el Kambio (PPK), acaba de presentar un proyecto de ley que propone ampliar la capacidad de procesamiento de la pequeña minería hasta 1,000 toneladas por día (TD). En la actualidad solo se considera pequeño minero al productor que procesa hasta 350 TD. Para entender la magnitud de las cosas, vale señalar que una gran empresa minera, que concentra capital y tecnología, logra procesar hasta de 540,000 TD. En este contexto, la idea de ampliar el límite de procesamiento de mineral para ser considerado pequeño minero tiene mucho sentido común.

Antes vale señalar que, en la legislación actual, se considera mediano minero al productor que procesa hasta 5,000 TD. A partir de allí se considera gran minería sin límites. En este contexto, la iniciativa de Dávila, de una u otra manera, favorecerá el protagonismo de las más de 100 plantas formales e informales que procesan el mineral que trabajan los mineros artesanales.

Para los sectores interesados en avanzar en la formalización de los más de 400,000 mineros artesanales del país, la apuesta de fortalecer las plantas de beneficio es una gran noticia porque estas unidades, de una u otra manera, siempre han actuado como un puente entre la formalidad y la informalidad. Todos los mineros artesanales de socavón —es decir, los productores que no trabajan la minería aluvial en ríos y que no utilizan mercurio— están obligados a vender su producción a las plantas de beneficio.

Por ejemplo, antes de que el Gobierno de Humala —a través del ex ministro del Ambiente Manuel Pulgar Vidal— cancelara el descuento tributario que hacían las plantas a los mineros artesanales, los productores informales estaban con un pie en la formalidad y otro en la informalidad. ¿En qué consistía? El productor artesanal le vendía su producción a la planta y esta descontaba 4% por impuesto a la renta y 18% por impuesto general a las ventas. El Estado recaudaba más impuestos, los productores artesanales estaban identificados y existía mayor control a favor del medio ambiente.

Por una extraña razón, Pulgar Vidal siempre tuvo una obsesión contra las pequeñas plantas de beneficio, y se llegó a eliminar la modalidad de descuento tributario. Todos perdimos. Hoy con la iniciativa del congresista Dávila, de una u otra manera, parecen soplar nuevos vientos. El mencionado proyecto no pretende crear ventajas injustificadas. Por ejemplo, la suma de toda la capacidad de procesamiento de las pequeñas plantas de beneficio (formales e informales) representa el 0.31% del total que procesa la mediana y la gran minería.

Algo más. Con la vigencia del nuevo sistema de Registro Integral de Formalización Minera (REINFO), las autoridades se han propuesto incorporar a 50,000 mineros artesanales al proceso de formalización. Si se avanza en este objetivo, por ejemplo, 10,000 mineros en proceso de formalización demandarán aumentar la capacidad de procesamiento de las plantas en 10,000 toneladas por día. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que la producción de los mineros artesanales no se vende ni a la mediana ni a la gran minería.

Es hora de terminar con la exclusión de los mineros artesanales de la formalización. Las leyes promulgadas durante el nacionalismo, sorprendentemente, solo buscan excluir a los mineros informales de la legalidad, exigiéndoles los mismos requisitos que se demandan a la gran minería. En ese contexto, la iniciativa del congresista Dávila es una buena noticia para quienes venimos alertando que la exclusión de los mineros artesanales solo favorece a las propuestas antisistema.