Iván Arenas

¿Sube, sube PPK?

¿Sube, sube PPK?
Iván Arenas
12 de abril del 2017

Aciertos y desaciertos del gobierno y la oposición

No obstante a la enorme publicidad y propaganda estatal en los medios de comunicación afines al gobierno, de alguna manera la actuación de todo el Ejecutivo durante las lluvias y huaicos que azotaron el norte del país ha permitido que la aprobación del presidente PPK suba 10%. Al parecer la aprobación ha elevado los ánimos en el gobierno, y el presidente PPK ya empieza a pedir que se “cuelguen a todos los rateros”. En política también el silencio es una estrategia, pero eso es algo que no le interesa al presidente. Por ahora los puntos ganados significan una pequeña victoria entre tantas batallas perdidas.

La subida del presidente también puede interpretarse de otra manera: en tan solo una semana las marchas y contramarchas de la oposición —es decir, el fujimorismo— la han desdibujado de cabo a rabo. Los tropezones del cuadro naranja han sido propios de cualquier movimiento improvisado, pero no de un partido que aspira a gobernar el país. La insistencia en la presentación de un proyecto de ley sobre medios de comunicación, las críticas y opiniones de Kenji Fujimori, la clara posición conservadora al modificarse el Decreto Legislativo 1323 (sobre los crímenes de odio), los tuits de Alberto Fujimori, la desatinada y absurda opinión de un congresista naranja sobre el Alzheimer y las apariciones demasiado mediáticas de Keiko Fujimori, en medio del desconcierto de las lluvias y huaicos, podrían haber dado la sensación de un descontrol en el fujimorismo. Al crecimiento de su aprobación en seis puntos porcentuales, llegando al 39%, la desaprobación de Keiko también sube a más de 50%.

A ello tendría que sumarse que algunos medios de comunicación y periodistas tienen una abierta posición antifujimorista, y no les temblará la mano para colocar en primer plano cualquier error y horror desde la tienda naranja. La percepción también se hace más grande cuando todo indica que existen varias versiones del fujimorismo. La de Alberto, la de Keiko y la de Kenji. De allí, por ejemplo, que al recordarse un cuarto de siglo del autogolpe autoritario de Alberto, el pasado 5 de abril, desde el fujimorismo sus políticos desplegaran razonamientos absolutamente distintos sobre democracia, medios de comunicación y el contexto en el que se produjo el golpe.

Quizá los que estén fallando al interior del fujimorismo sea su estado mayor. La política, como la guerra, necesita de generales cuajados en las batallas, cuyas pasiones no sean desbordadas por asuntos pequeños. ¿Cómo entender, por ejemplo, el veto del fujimorismo a la publicación de un libro en el Fondo Editorial del Congreso, cuyo autor es un tribuno como Javier Valle Riestra, solo por criticar la Constitución de 1993? Pues bien, en esos asuntos menores está abocado el fujimorismo.

Es hora de que Keiko Fujimori redefina sus estrategias, sus objetivos, sus formas; pero sobre todo de evaluar la pertinencia de tener un estado mayor cuyos consejos aparentemente han sido desatinados. El manejo y la gestión de 72 congresistas no es fácil y al fujimorismo se le nota algo cansado.

Iván Arenas

Iván Arenas
12 de abril del 2017

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