Guillermo Vidalón

Perú a sus 196 años

Perú a sus 196 años
Guillermo Vidalón
26 de julio del 2017

La indignación colectiva desata las iras y conductas violentas

Los aniversarios patrios suelen ser un buen momento para la reflexión y un ejercicio prospectivo acerca de qué se puede hacer para mejorar la calidad de vida de los compatriotas. No obstante, en el Perú el panorama se torna incierto por el descrédito de la clase política, que ha alcanzado a quienes ejercieron la más alta magistratura, y porque en el país aún hay muchos que están a la búsqueda de un líder mesiánico que nos conduzca hacia la prosperidad.

Difícilmente se presentará un personaje con dichas características. Hay que asumir funciones cada vez más complejas si es que se quiere efectivamente tomar acción sobre aquello que nos atañe a todos, “la cosa pública”, y que se administre mejor de lo que hasta ahora hemos tenido. Una tarea fundamental es enraizar la democracia, motivando el debate y el respeto por la opinión discrepante, inclusive en el hogar.

El qué hacer va de la mano con el compromiso de alcanzarlo con los recursos disponibles; de lo contrario, es una oferta demagógica que busca el poder más que la solución. Democracia implica respeto, diversidad, tolerancia y también responsabilidad. Para ser eficientes en el ejercicio de la democracia se requiere entrenarse, y eso solo es posible, como dicen los entrenadores, “en la cancha”, en la escuela, en el barrio, en el club, etc. Solo así se ganará experiencia.

Si no hemos promovido la asunción de responsabilidades desde una edad temprana y, por el contrario, promovemos el distanciamiento de la participación en la cosa pública —porque afirmamos una y otra vez que es hedionda— estaremos alejando a lo mejor del recurso humano de la sociedad del interés por los demás.

En algunas oportunidades las sociedades no se dan cuenta de lo que sucede, o sus líderes prefieren que las cosas sigan como están. Informar sobre la cosa pública es legítimo, pero mejor sería promover la reflexión sobre lo que sucede, si lo hecho es lo adecuado o no. Lo peor sería internalizar en las mentes de los jóvenes que las cosas son así, que la política es así, por consiguiente “mantente alejado de ella. No te metas, trabaja y continúa…”.

El riesgo de ello es que siempre habrá quienes le hablen al oído a la juventud, y aprovechen su espíritu de justicia para decirles que todo está podrido, que la única solución es cambiarlo todo porque ellos son mejores que los otros. Y luego terminan por emplearlos como autómatas a su servicio.

En el Perú de los años ochenta y noventa del siglo XX hubo cientos y quizás miles de jóvenes que ofrendaron sus vidas por una causa totalmente injusta, pero se les “ofreció” un paraíso. Cuidado con la indignación colectiva porque desata las iras y las furias de conductas violentas. Alguien que está acostumbrado a asaltar y vejar a otra persona no tendrá el menor reparo de asesinar a otro en función a una “causa noble”.

Estamos atravesando un momento difícil, pero no imposible de superar. Jóvenes, siembren una planta, cuídenla, véanla crecer diariamente, enseñen su esfuerzo a su generación y encontrarán seguidores positivos que conviertan el páramo en un bosque. Así es el compromiso que la Patria requiere de cada peruano.

 

Guillermo Vidalón del Pino

Guillermo Vidalón
26 de julio del 2017

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