Iván Arenas

Los maquiavélicos de bolsillo y Keiko Fujimori

Periodistas, asesores y medios de comunicación

Los maquiavélicos de bolsillo y Keiko Fujimori
Iván Arenas
27 de diciembre del 2017

 

Sea justo o no el indulto al ex presidente Alberto Fujimori otorgado en la víspera de Navidad por el mandatario Pedro Pablo Kuczynski, ha generado cierta desazón la forma como se procedió para esta gracia, incluso entre quienes veían con buenos ojos la decisión. Sin embargo, de alguna u otra manera, al final del día queda la sensación de que hemos sido testigos de un gran pacto de Gobierno y que podrían empezar a cerrarse los abismos profundos que han separado a la sociedad peruana entre el antifujimorismo y el fujimorismo. En todo caso el tiempo juzgará.

Quizá, los únicos perdedores sería ese sector de periodistas, asesores y medios de comunicación que apostaron a interpretar la política como guerra de religiones y desarrollaron una cruzada yihadista contra el fujimorismo. Estos aprendices de maquiavelos aconsejaron al Gobierno pepekausa que desarrolle una estrategia contra el fujimorismo desde todos los frentes. Hasta ahora uno se pregunta cómo dos fuerzas políticas de derechas fueron incapaces de llegar a acuerdos mínimos.

Quienes han perdido son aquellos que olvidaron que la política se inventó para evitar las guerras, y que política también significa conversar y pactar con quien no es igual a uno. Es decir, mancharse. Pero no solo este sector de periodistas y consejeros han fracasado en todas las líneas. Esa izquierda tradicional arrinconada en los distritos mesocráticos limeños también ha perdido. Es curioso pero con la huida de Marisa Glave y compañía del hemiciclo en la noche de la decisión de la vacancia, la izquierda limeña selló su destino hacia el fracaso. Esa izquierda permitió a Alberto Fujimori acumular mayor poder de negociación y así pactar su excarcelación. La ganadora es la otra izquierda, de Marco Arana y su grupo integrado por provincianos, quienes hoy pueden desarrollar una narrativa potente contra la izquierda limeña.

Pero también habría que mirar a Keiko Fujimori. De alguna manera, se sostiene que Keiko Fujimori habría perdido con la excarcelación de Alberto Fujimori. Quizá esa aproximación no sea del todo cierta. Keiko apostó, con todas su debilidades, por la construcción de un partido moderno e institucional, lejos del apellido Fujimori. No pudo. Pero ello no quita el tremendo mérito de haber organizado la fuerza política más importante del país. Quizá también se sostenga que Kenji Fujimori haya ganado y ello es indudable. Sin embargo, el poder de Kenji aparentemente reside en el padre. Keiko ganó sola sus galones y reclamará para sí el liderazgo de la fuerza naranja.

Para fortalecerse o evitar su extinción, el fujimorismo necesita organizar y desarrollar una propuesta para el Perú republicano. El fujimorismo de los últimos años solo proyecta la sombra de un partido duro de sobrerreacción frente a los intentos de veto políticos y mediáticos. De alguna manera el perdón de Alberto Fujimori permitirá que la reconciliación sea más rápida. En todo caso, antes de ello, es mejor cerrar las heridas internas. Para nadie es un secreto que en el fujimorismo hay un batalla entre la vieja y la nueva guardia.

 

Iván Arenas
27 de diciembre del 2017

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