Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Luego del debate entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori en Chota, diversos voceros de Perú Libre han señalado que el movimiento del lápiz no aceptará una nueva confrontación de argumentos. Entre los criterios esgrimidos existe uno acerca de que “Perú Libre no acepta la autoridad del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) porque no ha sido elegido por el pueblo”. De otro lado, el propio JNE ha informado que no se ha llegado a un acuerdo con los representantes de Perú Libre y Fuerza Popular para implementar los debates, sin precisar de dónde vienen los obstáculos.
En este contexto, ¿qué significa la oposición de Perú Libre a desarrollar un nuevo debate? Considerando la manera como el movimiento del lápiz se comportó en Chota (puso la plaza, llenó el lugar con sus partidarios, se negó a discutir las reglas del intercambio y la lideresa de Fuerza Popular recién fue informada de las condiciones en el estrado) resulta incuestionable que ya está aflorando la vena autoritaria comunista.
Es absolutamente entendible que un candidato que lleva la delantera en las encuestas establezca condiciones y demore el debate hasta el final del cronograma electoral. Sin embargo, es inaceptable lo sucedido en Chota. De allí los enormes efectos adversos que golpearán al candidato Castillo.
Sin embargo, lo que llama la atención es el argumento acerca de que el JNE no ha sido elegido por el pueblo. De una u otra manera, Perú Libre está cuestionando la autoridad constitucional del máximo organismo electoral que, finalmente, proclamará al próximo Jefe de Estado. El asunto se torna muy preocupante cuando se repara en los pronunciamientos sobre el curso de las encuestas, luego del debate en Chota, que –en caso de ser desfavorables al lápiz– supuestamente revelarían una voluntad de fraude.
Cualquiera sostendría que el movimiento Perú Libre está pateando el tablero a cinco semanas de las elecciones. ¿Una exageración? De ninguna manera. Perú Libre y el Movadef, movimientos comunistas detrás de la candidatura de Pedro Castillo, se definen como movimientos marxistas leninistas, al margen de las diferencias en cuanto al maoísmo y al pensamiento Gonzalo. En ese sentido, ahora tienen una convergencia táctica en base a los criterios leninistas del asalto al poder político.
El leninismo señala la importancia de cualquier estrategia de toma del poder que combine la lucha electoral, la lucha de masas y las demás formas de lucha (que incluye la armada). De allí, por ejemplo, que Castillo haya planteado la convocatoria a una constituyente a los seis meses de instalado en el poder, al margen de la Constitución y las instituciones republicanas. Para avanzar en ese curso necesitan mantener en alto el programa sin edulcorar o dorar la píldora del mensaje. Los votos conseguidos se interpretarán como un mandato en ese sentido.
De otro lado, Perú Libre y el Movadef también se proponen construir las bases del nuevo poder. El VI encuentro macrorregional del sur de todos los activistas, oenegés y movimientos radicales en contra de la minería (luego de cinco eventos similares), que se desarrollará en la primera semana de mayo, apunta a ratificar la huelga general en el sur. Se sabe que a ese evento asistirá Castillo.
Si recordamos cómo 3,000 activistas bloquearon las carreteras del sur para forzar la derogatoria de la Ley de Promoción Agraria y el intento de estrangular el abastecimiento a la capital a través de las interrupciones de la Carretera Central y la Panamericana Sur, es evidente que allí hay una estrategia de construcción de un poder alternativo al margen del poder republicano y constitucional. El objetivo entonces es desatar una crisis del sistema republicano luego de las elecciones y forzar la convocatoria de una constituyente. Más allá de la viabilidad o no, esa es la estrategia.
Por todas estas consideraciones el JNE, Fuerza Popular, la comunidad democrática nacional y todos los sectores sociales y políticos deben movilizarse exigiendo los cuatro debates electorales que ha planteado el JNE. Es la única manera de que el sistema republicano recupere autoridad y avancemos a esclarecer a los electores en uno de los peores momentos de nuestra historia republicana.
COMENTARIOS