Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Ministros se enfrascan en públicos dimes y diretes
En el preciso momento en que el gobierno disfrutaba de su segunda luna de miel con la población —expresada en el incremento de la aprobación—, Jorge Nieto, ministro de Defensa, luego de la difusión de un video en el que una funcionaria del sector utiliza un automóvil oficial para ir a la peluquería, denunció que a él y a los funcionarios del sector Defensa les estaban haciendo reglaje, y que se trataba de una práctica montesinista presente en todos los ministerios. Sobre la marcha, el titular del Interior, Carlos Basombrío negó tajantemente que en su sector se desarrollen esas actividades.
Diversas versiones señalan que entre Jorge Nieto y Fernando Zavala, presidente del Consejo de Ministros, habría surgido una disputa por la jefatura del Gabinete. Si las cosas fuesen así no habría nada extraño, porque es lo que suele suceder en todos los consejos de ministros. Sin embargo, ventilar esas cosas públicamente y denunciarlas, como lo hizo Nieto, nos indican que en el Ejecutivo hay tendencias autodestructivas que pueden terminar con carreras políticas y, sobre todo, empujar hacia el fracaso al actual Consejo de Ministros.
La única explicación de estas tendencias autodestructivas dentro del Gabinete es el ejercicio de la mala política. ¿A qué nos referimos? La buena política para un gobierno que solo tiene a la tercera bancada legislativa sería buscar algún nivel de entendimiento con la mayoría absoluta del Congreso, que se considera de oposición. Y por allí marcha la única manera de poner por delante las urgentes reformas de segunda generación que el Perú necesita para superar la trampa de ingresos medios, a la que el país parece enrumbarse por la ralentización del crecimiento.
El Gobierno, por el contrario, ha optado por la mala política. Ya no es novedad que en el Ejecutivo se haya decidido cabalgar sobre la polarización fujimorismo versus antifujimorismo, que alimentan sectores de la media y los antis fundamentalistas. Únicamente así se puede entender el innecesario manoseo sobre el indulto y la situación carcelaria del ex presidente Fujimori, el intento de ningunear a la lideresa de oposición (Keiko Fujimori) y la obsesión oficialista por contradecir a la mayoría legislativa en todo lo que sea posible ( cuestiones de género, ley electoral).
Como en el gobierno se participa de esa absurda estrategia en la PCM, se han instalado sectores del extremismo antifujimorista que, en vez de ayudar a construir los puentes necesarios con la mayoría legislativa naranja, promueven la confrontación hasta el máximo nivel.
Bueno, pues, cuando un gobierno echa mano de la mala política, tarde o temprano surgen estos dimes y diretes, como el producido entre Nieto y Basombrío. No es novedad. La administración PPK, en vez de impulsar una gran convergencia nacional a favor de las reformas de segunda generación, se ha rendido ante la polarización que solo funciona mediante conspiraciones y emboscadas. Y semejante tendencia, de una u otra manera, desencadena una lógica hacia adentro, en la que la disputa por el poder puede desatar todas las tendencias autodestructivas.
Todo es muy extraño. El gobierno se desorganiza en el mejor momento de su segunda luna de miel, luego de la atención a la emergencia. La renuncia a la buena política, a los acuerdos y a los pactos, significa optar por los métodos de la guerra que buscan eliminar al adversario. Algo de eso parece estar sucediendo al interior del Gabinete Zavala, en el que los ministros empiezan a golpearse sin ninguna protección.
COMENTARIOS