La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Discurso antiempresarial revela triunfo de la izquierda
El desarrollo del balotaje ha encontrado a Keiko Fujimori y PPK acusándose mutuamente de “representar la candidatura de los empresarios” y de merodear los locales de la Confiep. Semejante cruce de espadas, a nuestro entender, revela la enfermedad del modelo político y económico que, no obstante estos evidentes problemas, ha producido el mejor momento económico y social del Perú desde la fundación republicana.
La continuidad de la democracia —expresada en cuatro elecciones nacionales ininterrumpidas— y la reducción de la pobreza a solo un quinto de la población no se explicarían sin el crecimiento de los últimos 25 años. Un crecimiento que tiene en la inversión privada y el empresariado a sus protagonistas principales. El crecimiento constante se ha basado en una inversión anual que representaba cerca del 25% del PBI, pero de ese total el 80% era aporte privado. ¿Por qué entonces los candidatos del balotaje tienen tanto temor de defender la causa empresarial?
La única explicación es que la izquierda ha ganado el debate ideológico peruano vinculando el concepto “empresa” con “mercantilismo”, con coaliciones que se mueven alrededor del Estado y con “los eternos chupasangres” que le succionan la plusvalía marxista al trabajador. Semejante demonización del empresariado quizá valdría para “boliburguesía” venezolana que se enriqueció a la sombra de los jerarcas chavistas; pero de ninguna manera para el empresariado peruano que, en las últimas décadas, ha crecido desarrollando una competencia feroz con el mundo en base a los 17 TLC que ha suscrito el Perú. Y tampoco las caricaturas valen para los millones de emprendedores del país que pueblan los mercados populares y que sobreviven, y crecen, con el Estado como enemigo oficial y principal.
En el discurso antiempresarial de Keiko y PPK se revela, entonces, el triunfo ideológico de la izquierda. Un asunto demasiado peligroso. La democracia y la libertad solo existen cuando en una sociedad la mayoría de la economía y la sociedad pertenece al sector privado. Es decir, cuando los empresarios crecen y se desarrollan en los mercados. Esa es la realidad de Estados Unidos, el Reino Unido y todas las sociedades abiertas. Si hay dudas vale preguntarse, ¿existían empresarios en los ex países soviéticos? ¿Existe sector privado en Cuba, Corea del Norte y las teocracias islámicas? Es evidente que no. Marx entonces no se equivocó cuando sostuvo que la democracia era el régimen de la burguesía, de los empresarios.
Pero eso no es todo. Los empresarios y su voluntad de innovar se convierten en los principales creadores de la sociedad moderna y del progreso de la humanidad. Sin la máquina a vapor de James Watt; sin la electricidad, el teléfono y las películas de Thomas Alva Edison; sin los inventos de Apple de Steve Jobs, sin Amazon de Jeff Bezos, sin Facebook de Marc Zuckerberg y sin Google de Sergei Brin y Larry Page no se explicaría el mundo tal como lo conocemos hoy. El progreso tecnológico y el avance de la civilización entendida como el fin de la mortalidad humana, la explosión demográfica y el aumento de la esperanza de vida post revolución Industrial, solo tiene una explicación: la irrupción del protagonismo empresarial en la historia.
La reacción anticapitalista y antiempresarial ha creado diversos relatos, comenzando por el marxismo, pasando por los integrismos de Medio Oriente, hasta el radicalismo ecológico. No obstante el increíble salto hacia arriba de la humanidad, con la irrupción histórica del empresario y las revoluciones industriales, nada asegura que el camino prosiga hacia adelante. El retroceso y la vuelta al pasado es una posibilidad, a menos que las élites desarrollen una intensa guerra ideológica contra los enemigos de la sociedad abierta.
Si hay dudas, contemplen a los dos candidatos promercado del balotaje del Perú, acusándose mutuamente de representar los intereses de los empresarios.
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