Los peruanos e hispanoamericanos celebramos la Semana Santa, d...
Un informe de la Red de Comunicación Regional (RCR) señala que en las zonas por donde pasan los ríos Nanay y Napo, en Loreto, se realizan actividades vinculadas a la minería ilegal que amenazan destruir el Área de Conservación Alto Nanay - Pintuyacu - Chambira y la Reserva Nacional Allpahuayo Mishana. Asimismo, se han multiplicado las organizaciones criminales que promueven la prostitución y las economías ilegales, amenazando de muerte a los pobladores y autoridades que se oponen a las actividades ilícitas.
Esta situación es una constante en la selva amazónica peruana: las actividades ilegales desplazan a las legales. El Estado ha abandonado su responsabilidad de vigilar y proveer seguridad a los pobladores y a las empresas forestales y de hidrocarburos. Los bosques han sido abandonados por el Ejecutivo. Uno de los recursos más importantes del país está en las manos de las organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico, la tala ilegal, el contrabando de madera e, incluso, de supuestas federaciones de indígenas, cuyos dirigentes están vinculados a organizaciones criminales.
Por ejemplo, ya no es un secreto que el 60% de los actos de sabotaje –que le cuestan al país US$100,000 cada año– están vinculados a las dirigencias de esas supuestas federaciones. El objetivo es cobrar en efectivo indemnizaciones por daños ecológicos e, incluso, realizar las tareas de reparación por medio de “empresas” vinculadas a los mismo dirigentes. Además, la presencia de militantes de Sendero Luminoso es una realidad. Junto al narcotráfico, el maoísmo sobrevive en medio de la selva, y de allí salen los recursos para realizar actividades de desestabilización social, económica y política contra el país. Es decir, la selva amazónica es tierra de nadie por la pasividad e indiferencia del actual Gobierno.
Los inversionistas forestales han salido espantados de los bosques y han abandonado las concesiones otorgadas por el Estado, por la falta de garantías para sus trabajadores y sus actividades productivas. Según señalan los pobladores, la presencia de la policía es nula. Nadie se atreve a ingresar a los bosques controlados por los sicarios, que ofrecen sus servicios de protección y vigilancia a la población. La criminalidad es la verdadera autoridad de los bosques amazónicos peruanos, donde las normas y la Constitución no existen.
Por estas razones, los índices de pobreza de la población en las regiones amazónicas son altos. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la pobreza afecta al 29.3% de la población de la selva. Además, según el INEI, el ingreso real promedio per cápita en la selva es de S/ 719, más bajo que los de la costa (S/ 1,182) y de la sierra de (S/ 790). Las posibilidades educativas y ocupacionales de los jóvenes son también casi inexistentes. Vale señalar que la tasa de crecimiento nacional de la población es de 10.7%, pero la caída de la población de Loreto es cerca al 12%.
Con estos indicadores de espanto, es previsible la “huida” de los pobladores de la selva hacia la sierra y costa, en busca de bienestar y mejores oportunidades laborales.
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