Editorial Política

Republicanismo en peligro en la región

Las adversidades en Bolivia, Chile y Perú

Republicanismo en peligro en la región
  • 28 de octubre del 2020

El triunfo del MAS en las elecciones generales de Bolivia, el triunfo del camino plebiscitario en Chile, la situación incierta de la democracia ecuatoriana y el deterioro de la institucionalidad en el Perú, a entender de este portal, cuestionan la viabilidad del sistema republicano en América del Sur y la región latinoamericana.

Antes de proseguir con este razonamiento queremos plantear que el republicanismo presupone dos condiciones impostergables: el gobierno de las instituciones basado en el equilibrio de poderes y el control del poder. En ese sentido, no solo se trata de que la mayoría elija a las instituciones, sino que luego del sufragio nacional, las instituciones gobiernen el sistema al margen del humor circunstancial de esas mayorías. En las democracias plebiscitarias, el caudillo carismático gobierna con las mayorías efímeras. Asimismo, el republicanismo presupone que la mayor parte de la economía esté en manos del sector privado, para evitar el control estatal. Si el Estado controla la economía, el caudillo o el partido, que ya cuenta con el poder político, podría perpetuarse en el poder.

En este contexto, el republicanismo está al borde del abismo en la región. Es evidente que el MAS de Evo Morales radicalizará su proyecto estatista en Bolivia, y que la nueva constituyente en Chile redactará una Carta Política que oscilará entre la socialdemocracia populista y el simple estatismo. En este escenario, el deterioro institucional, político, económico y social del Perú forma parte de las enormes interrogantes que se dibujan alrededor de la libertad en la región.

¿Por qué se presenta este escenario devastador? Una mirada somera del fenómeno nos podría indicar que las sociedades latinoamericanas, de una u otra manera, comienzan a caer en la terrible trampa de las sociedades de ingreso medio. Es decir, países que desarrollan una primera generación de reformas (ajuste macroeconómico y fiscal, fin del estado empresario y privatizaciones, desregulación de precios y mercados y reformas de libre comercio) que les permite crecer, reducir pobreza y transformarse en sociedades de ingreso medio. Sin embargo, cuando el crecimiento impide seguir pagando salarios bajos estos países pierden sus ventajas comparativas y comienza el estancamiento.

El estancamiento de las sociedades de ingreso medio se explica por la ausencia de una nueva ola de transformaciones: reformas institucionales, educativas, de salud y solución de las demandas de infraestructuras. Es lo que sucede en nuestro país, sin lugar a dudas.

Luego de acabar con el estado-empresario, desarrollar uno de los ajustes fiscales más audaces de la región, desregular precios y mercados, y llegar a firmar más de 15 tratados de libre comercio, el Perú creció y redujo pobreza como nunca en su historia. Triplicó su PBI, redujo la pobreza (del 60% de la población a solo 20%) y se convirtió en una sociedad de clases medias hasta antes de la pandemia. Sin embargo, poco se avanzó en las reformas institucionales, de los sistemas educativos y de salud, mientras se postergaban las inversiones en infraestructuras. 

En ese contexto, la guerra política recrudeció y comenzó el desmoronamiento institucional de la República, a través de dos vacancias frustradas, la renuncia de un jefe de Estado, la convocatoria a un referendo que bastardeó la Constitución con reformas apresuradas, el cierre inconstitucional del Congreso y las vacancias planteadas en la administración Vizcarra. De pronto, la pandemia y el estado de emergencia generaron las condiciones de la megarrecesión actual, y la crisis política e institucional se anudó con la crisis económica y social creando un peligroso cóctel para el sistema republicano.

Hoy no parece haber ninguna buena noticia para la República. Las denuncias que se acumulan contra el presidente Vizcarra cuestionan su credibilidad, y el Congreso se sumerge en populismo y una irresponsabilidad pocas veces vista en la historia del país. De allí la enorme importancia de que los candidatos presidenciales –al menos en un sector de ellos– interiorice el momento límite que atraviesa la actual experiencia republicana en el Perú y ponga en la agenda el tema crucial de la continuidad del modelo republicano.

En Bolivia, Chile y Perú pueden haber seguramente muchos problemas e injusticias acumulados; pero nada, absolutamente nada, justifica echar por la borda el camino republicano que ha construido el desarrollo y el bienestar en Occidente. Y, como ya sabemos hasta la saciedad, abandonar ese camino es acercarse a la tragedia venezolana.

  • 28 de octubre del 2020

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