La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Sobre cómo la izquierda ningunea el crecimiento
En ningún momento en la historia del Perú estuvimos tan cerca de alcanzar los ideales republicanos que animaron a los próceres a pensar el país al margen de la metrópoli colonial. Tres procesos electorales sin interrupciones y una cuarta elección nacional convocada revelan una densidad institucional que nunca se había alcanzado.
Algunos podrían sostener que no hay nada nuevo bajo el sol. Finalmente, en la llamada República Aristocrática de inicios del siglo XX hubo más de seis elecciones sin sobresaltos constitucionales. Pero quienes afirman semejante tesis pretende tapar el sol con un dedo: la República Aristocrática u Oligárquica o Democracia de Notables, solo expresaba a la sociedad criolla de entonces, solo era la representación de algunas ciudades costeñas (Lima, Arequipa, Trujillo), pero esa “democracia” estaba rodeada por inmensas y abrumadoras masas andinas sin voto, sin propiedad, sin ciudadanía como gusta señalar la izquierda.
La democracia peruana de hoy es una democracia plebeya, es una democracia que ha derribado las cordilleras que separaban al mundo criollo del andino, es una democracia mestiza, de los 30 millones de peruanos que pueden votar y tienen derecho a la propiedad. Es decir, es la primera vez que arañamos, que estamos a punto de realizar el ideal republicano. ¿Nos podemos poner de acuerdo en esta reflexión?
Los protagonistas de la materialización de este ideal republicano, más allá de que suene a declaración, son el fujimorismo, el aprismo, el pepekausismo, el castañedismo, el nacionalismo, el toledismo y la propia izquierda. Pero al margen de los actores, la persistencia institucional de la República sólo tiene una explicación: un quinto de la población está en pobreza. Nunca en la historia republicana habíamos reducido tanta pobreza y, por lo tanto, jamás se había expandido tanto el bienestar. Considerando el fracaso de los partidos y el descrédito de las instituciones, ¿es difícil entender que la persistencia institucional reside en la manera cómo se ha arrinconado la pobreza? Quienes niegan este hecho deberían dedicarse a las teologías y no a las ciencias sociales.
Ahora bien, ¿cuál es la base de la reciente prosperidad? La Constitución de 1993 –posiblemente con muchas deficiencias- tuvo una virtud incuestionable: redujo las funciones del estado y amplificó el protagonismo de la sociedad a todos los niveles. De pronto, el mundo migrante y emergente se empató con la inversión de las grandes corporaciones y se desataron todas las potencialidades del mercado y la inversión privada, como nunca antes. De súbito, emergió este nuevo rostro del Perú e hizo posible plantearse la concreción del ideal republicano.
¿A qué viene todo esto? En el debate de los últimos años, no obstante su protagonismo en el proceso, la izquierda ha ninguneado el crecimiento. Se desataron todo tipo de evaluaciones: “modelo primario exportador”, “la prosperidad falaz”, y otros. Semejante razonamiento nos pretende decir que el boom del guano del siglo XIX es casi igualito al crecimiento de los últimos 25 años. Pero hay ciertas diferencias: sociedad criolla derribada, 30 millones de peruanos con voto y acceso a la propiedad y democracia que avanza hacia el cuarto proceso electoral. Hay una diferencia, ¿no?
En los últimos días el profesor Sinesio López, de la Universidad Católica, ha verbalizado el porqué la izquierda ningunea el crecimiento: si la desaceleración se profundiza (se podría entender parar minas e inversiones), entonces, se desatará la polarización social y, ante semejante polarización, las candidaturas de izquierda acrecentarían sus posibilidades. Semejante razonamiento es del tipo de interés de facción que bloquea las posibilidades de construir nación, de concretar el ideal republicano desde la Independencia. Que se caiga todo, que se derriben todas columnas del templo, con tal de que mi facción, mi tribu, gane. En un pensamiento moderno se diría: en algo hemos errado, tenemos que reflexionar, para que mi tribu pueda ganar.
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