La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Sobre las redes sociales y la política
El descenso y estancamiento de PPK en las encuestas y el ascenso de Julio Guzmán en las preferencias, en las últimas semanas, ha desatado una serie de interpretaciones de estos fenómenos sobre los cuales merece detenerse porque, de una u otra manera, tienen mucho que ver con el esfuerzo de construir una sociedad abierta.
Por ejemplo, se ha sostenido que PPK y Alan García ya no pegan en el electorado por la brecha generacional que ha surgido entre los dos candidatos y una mayoría de jóvenes que representa alrededor del 60% del electorado. Cuando las cosas no pueden explicarse desde la política se suele recurrir a ciertos atajos. Semejantes racionamientos nos podrían llevar a una tesis: que las mayorías y minorías en las democracias tienen que ver con asuntos generacionales. En todo caso, habría que revisar toda la sociología política realmente existente.
De otro lado, ¿cómo se entiende que jóvenes como Verónica Mendoza representen las viejas ideas que hoy enfanga a las sociedades bolivarianas y aumenta pobreza en Venezuela y Brasil? El curioso razonamiento generacional quizá tenga que ver con cierta intencionalidad en la disputa por la segunda ubicación de las encuestas.
También ha surgido la interpretación digital. Nadie puede negar que las redes sociales ya están revolucionando el país, una revolución donde todos producen y consumen información al margen de las intermediaciones clásicas del siglo XX. En el Perú se calcula que existen 7 millones de celulares inteligentes sobre un universo de 22 millones de electores. Sociólogos como Sinesio López vaticinan que estamos en una sociedad de redes donde los partidos serán reemplazados por “redes políticas”.
En este contexto, García comete el error político de ignorar las redes durante toda su campaña en enero y prioriza los mítines en las plazas y calles en el mejor estilo del siglo XX. El resultado: la candidatura aprista comienza a estancarse y la interpretación digital parece confirmarse.
Todas estas aproximaciones tienen su parte de verdad. Y el análisis y los actores políticos deberían incorporarlas al menú. Sin embargo mientras continúe la democracia y las reglas de la sociedad abierta, el elemento determinante siempre será la política. Y es más que evidente que PPK y García han sumado errores políticos como el de ignorar la disyuntiva predictibilidad versus imprevisión cuando un improvisado como Humala casi nos jala al barranco.
Y, de pronto, un país que parecía predecible luego del desastre de la novedad nacionalista hoy ingresa a una espiral de volatilidades donde, incluso, César Acuña (alguien que no tiene nada que ver con la juventud y las redes) parecía tener posibilidades antes del plagio no obstante toda una trayectoria cuestionable.
Tampoco se debe desconocer que el haber subestimado el envilecimiento público que desarrolló el nacionalismo con el despliegue del antifujimorismo y el antiaprismo tiene consecuencias decisivas. Esa campaña era la antesala de esta especie de ¡qué se vayan todos! todavía tímido que parece asomar. PPK creyó que el anti no lo iba afectar, pero la verdad es que ese era el negocio de la izquierda y el anti sistema y ya comenzamos a vislumbrar los resultados.
Sin embargo la solución, una vez más, está en la política. Quizá sea momento en que los tres candidatos del elenco estable (Keiko Fujimori, PPK y Alan García) por una mínima convicción republicana comiencen a alertar sobre qué significa la imprevisión y la aventura, sobre todo, cuando hemos sufrido el ensayo nacionalista. Y como políticos deberían dejar de subestimar la importancia de las redes sociales y hacer los ajustes necesarios.
En medio de estas reflexiones, siempre vale recordar que la República siempre será República al margen de las invenciones de la radio, la televisión y de la actual explosión de las redes sociales. Hasta hoy ninguna tecnología ha reemplazado la política.
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