Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Cumbre entre PPK y Keiko cambia la situación política
La cumbre entre el presidente Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori, la lideresa de la oposición, desarrollada ayer en Palacio de Gobierno representa, a nuestro entender, un claro intento de recuperar racionalidad para el sistema político. El hecho de que ambos líderes hayan estado acompañados del vicepresidente Martín Vizcarra y el secretario general de Fuerza Popular, José Chlimper, es una evidente señal que más allá de las declaraciones, de las fotografías obligatorias, se ha buscado un procedimiento, un mecanismo, para que los temas tratados en la reunión logren convertirse en acuerdos concretos. Es decir, la segunda cumbre entre PPK y Keiko ya de por sí supera a la primera, que se desarrolló a instancias del Cardenal Cipriani y que no pudo evitar la continuidad de la polaridad Ejecutivo - Legislativo.
Luego de la reunión, el presidente Kuczynski y la lideresa de la oposición informaron a la prensa que se trataron temas vinculados a la lucha contra la corrupción, la reforma del sistema nacional de control, la reforma de los organismos de supervisión del Estado (por ejemplo Sunafil), el relanzamiento de la economía no solo en base a los proyectos grandes, sino también de las obras pequeñas en los 500 distritos más pobres del país. Finalmente, se señaló que se había tratado sobre el urgente tema de la reconstrucción. Más allá de lo informado a la prensa, es evidente que hubo una agenda que se comenzará a conocer con el devenir de las semanas.
Desde los predios de una razón crítica es absolutamente incomprensible el nivel de polarización política al que se llegó durante el primer año de la administración pepekausista, sobre todo considerando que en las últimas elecciones nacionales el soberano se pronunció por un gobierno dividido entre un Ejecutivo proempresarial y tecnocrático y un Legislativo dirigido por una mayoría absoluta del fujimorismo, una fuerza plebeya y promercado. El mandato electoral era clarísimo y la identidad programática e ideológica de ambas fuerzas era incuestionable. No existía un solo argumento válido para que la convergencia, el entendimiento, no prosperaran.
A estas alturas ya no es necesario ni importante señalar de qué lado de la mesa están las principales responsabilidades en la polarización. Lo trascendente reside en que parece haberse establecido un mecanismo para que las tendencias proconvergencia avancen y subordinen a las fuerzas extremistas que empujan contra los entendimientos. En ese sentido, es posible imaginar que Ejecutivo y Legislativo logren desarrollar una agenda común para relanzar el crecimiento y la reconstrucción del país, enfrentar el desborde de la ola criminal, y luchar contra la corrupción que destruye el sistema político y la autoridad del espacio público.
De una u otra manera, PPK y Keiko parecen asumir sus responsabilidades para con el particular momento histórico que enfrenta el Perú, una sociedad que parece avanzar hacia la temida trampa de ingresos medios, que frena el crecimiento y detiene la reducción de pobreza de aquellos países que —luego de una primera generación de reformas— expandieron sus economías y redujeron la indigencia a velocidades vertiginosas. El Perú es una sociedad de ingreso medio que ralentiza la expansión de su PBI, porque no es capaz de emprender una segunda generación de reformas por falta de una masa política crítica. La falta de respaldo político para una segunda generación de reformas se agrava con la polaridad Ejecutivo - Legislativo.
No queremos repetir lo que siempre solemos aseverar en este portal: las sociedades que caen en la trampa de ingreso medio por falta de reformas solo involucionan hacia las recetas estatistas. Un 2021 con un Perú enfangado en la trampa de ingreso medio solo es una manera de servir la mesa a las propuestas estatistas y antisistema, que nunca dejan de flagelar a las libertades políticas y económicas. En un Perú atascado en la trampa de ingreso medio, entonces, no ganan el pepekausismo ni el fujimorismo.
De allí que no es exagerado soñar que luego de esta segunda cumbre entre PPK y Keiko, los generales políticos que acompañaron a ambos líderes, desarrollen los métodos y procedimientos para materializar la agenda tratada en acuerdos concretos. De allí también que no sea exagerado imaginar una siguiente cumbre en la que se perfile un gobierno y una oposición que, más allá de las legítimas diferencias, logre converger en la reforma laboral, en mejorar la calidad de nuestras instituciones, en relanzar las reformas educativas y de salud, y solucionar los graves déficits de nuestras infraestructuras. Es decir, es absolutamente posible que nuestras élites políticas vuelvan a colocar al Perú por encima de las facciones y las justas aspiraciones proselitistas.
Fotografía: Perú.com
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