Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Diversos sectores del país, especialistas y constitucionalistas –e incluso en este portal– han señalado que la convocatoria de una asamblea constituyente solo puede ser posible mediante un golpe de Estado o, un “golpe de Estado de masas” que obligue a las instituciones a aceptar un camino anticonstitucional. ¿Por qué? Porque la Constitución establece que la reforma parcial o total de la constitución solo se desarrolla a través del Congreso, el único poder derivado constituyente.
De otro lado, también se ha señalado que una asamblea constituyente se convierte en el mayor proceso de concentración política de poder en un reducido número de 100 o 200 asambleístas. Ante la eventualidad de instalarse una constituyente, los actuales Congreso, Poder Judicial, Tribunal Constitucional, Banco Central de Reserva y Superintendencia de Banca y Seguros, se convierten en líquidos. Es decir, pueden dejar de existir y no tienen ninguna posibilidad de contrapesar el poder de la constituyente. En otras palabras, una constituyente representa el mayor poder omnímodo de un proceso republicano. No está sujeta a ningún control y no rinde cuentas ante nadie.
Algo parecido sucede con los ahorros y la propiedad de las familias y las empresas. Todos sus activos se vuelven líquidos porque la constituyente puede establecer la llamada “función social de la propiedad”, revisar los contratos entre el Estado y los privados, así como entre los propios privados, y desatar un camino de expropiaciones y nacionalizaciones.
¿Por qué entonces los comunistas insisten tanto en la constituyente? Porque para la tradición bolchevique acceder al gobierno no es suficiente. Se trata de tomar el poder del Estado. En ese sentido, las corrientes colectivistas diferencian clara y meridianamente la naturaleza del gobierno de la del poder o del Estado.
Si el señor Pedro Castillo no descarta la asamblea constituyente, entonces estará dejando en claro que su propuesta no es solo gobernar, sino tomar el poder. Para resumir las cosas, el poder es el Estado; es decir, el Ejecutivo, el Congreso, el Poder Judicial, las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional del Perú, y otras entidades.
La famosa sentencia bolchevique acerca de que “salvo el poder todo es ilusión” proviene del convencimiento leninista de que el gobierno solo no es suficiente para implementar el plan comuinista de las colectivizaciones y expropiaciones de la propiedad privada. Como dice el viejo aserto, más claro no cantan los gallos en las madrugada.
En este contexto, cualquier demócrata o republicano que caiga en la trampa de la constituyente no está entendiendo la línea divisoria y excluyente que separa a la libertad de las propuestas totalitarias. Es imposible aceptar siquiera la posibilidad de una constituyente sin caer en este monumental error de abrir las puertas a una larga noche totalitaria en el Perú.
Por todas estas consideraciones, desde aquí invocamos al señor Pedro Castillo a descartar la propuesta de la asamblea constituyente y a aceptar los caminos y procedimientos que establece la constitución para la reforma constitucional. ¡Evitemos un terrible enfrentamiento en el Perú!
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