Editorial Política

¡Presidente, el Perú espera su convocatoria!

Urgente reunión entre PPK y Keiko Fujimori

¡Presidente, el Perú espera su convocatoria!
  • 23 de junio del 2017

Urgente reunión entre PPK y Keiko Fujimori

Desde todas las esquinas y aproximaciones se comienza a señalar la urgencia de una nueva cumbre entre PPK y Keiko Fujimori como la única manera de resolver el entrampamiento político del país, que ha desatado una crisis de gobernabilidad y que comienza a frenar en seco a la economía. PPK y Keiko fueron ungidos como los principales líderes políticos del Perú en las pasadas elecciones, y en su condición de tales deben interpretar el mandato popular y proceder organizar un acuerdo de gobernabilidad que permita superar la colisión entre Ejecutivo y Legislativo. Solo así el Estado y la sociedad estarán en disposición de emprender las reformas de segunda generación que posibiliten seguir creciendo a tasas altas, continuar reduciendo pobreza y seguir engrosando las clases medias.

No solo se trata de que la polarización, de una u otra manera, explica la baja de tres ministros del Gabinete Zavala, que el Estado está paralizado, que la economía solo crece al 2%, que la inversión privada caerá por cuarto año consecutivo y que avanzamos a ser una sociedad que aumentará pobreza, sino que la ralentización del crecimiento desata impulsos populistas a todo vapor. En este contexto, se origina una desenfrenada competencia entre el Frente Amplio y Acción Popular alrededor de iniciativas que pretenden demoler el modelo económico.

La prohibición emitida por el Congreso para el uso de la leche en polvo importada en la elaboración de productos lácteos —no obstante que vulnera los acuerdos suscritos del Perú en la OMC, y que viola la Carta Política y los tratados de libre comercio firmados por el Estado— solo es la punta del iceberg populista en el que parecen embarcarse congresistas, ministros del Gabinete Zavala, la Defensoría del Pueblo y otros actores institucionales y políticos.

Semejante escenario es el resultado natural que se produce cuando una sociedad —que ha reducido pobreza como nunca en base al crecimiento— lentifica la expansión del PBI y el bienestar de las nuevas clases medias. Los pobres de ayer, que se convirtieron en las nuevas mesocracias de hoy, frente al frenazo económico suelen volverse proclives al discurso populista y demagógico. Así sucedió en Venezuela y Argentina.

Por todas estas consideraciones, continuar en la polarización entre Ejecutivo y Legislativo es una irracionalidad sin justificación. Es una especie de suicidio colectivo en el que se embarcan las dos principales fuerzas políticas del país. La convergencia urgente no solo se justifica porque el pepekausismo es una expresión de centro derecha proempresarial y tecnócratica y, el fujimorismo, igualmente, es una expresión de una centro derecha plebeya y emergente, sino también porque sus programas y objetivos tienen una gran afinidad, no obstante el nivel de confrontación política.

Todo parece indicar que los sectores extremistas que apuestan a la polarización empiezan a ganar terreno a ambos lados de la mesa, y es ocioso y autodestructivo discutir en dónde están las principales responsabilidades. Sin embargo, en el último capítulo de esta polarización, el pepekausismo —a entender de este portal— tiene la principal responsabilidad. Es sabido que, luego de la primera cumbre entre PPK y Keiko, desde el lado naranja se intentó el desarrollo de una segunda reunión en la que se avanzara hacia acuerdos de gobernabilidad. Sin embargo en Palacio hubo una clara negativa. A partir de allí el gobierno tuvo una segunda luna de miel con la población, gracias a la atención de la emergencia climática, y luego vino la pretensión de ningunear a Keiko Fujimori, el manoseo innecesario de la situación carcelaria de Alberto Fujimori, y el intento de dividir a la mayoría legislativa.

Los choques actuales entre Ejecutivo y Legislativo son el siguiente párrafo del mismo capítulo. De allí que parece absolutamente improbable que desde el fujimorismo vuelva a existir la iniciativa de una nueva cumbre. Por todas estas consideraciones —más aún cuando se bloqueó el papel de la Iglesia en los acercamientos— es inevitable que el jefe de Estado sea el encargado de convocar a una nueva junta con la lideresa de la oposición. Por todas estas consideraciones, señor presidente, le pedimos por favor que convoque usted a una nueva cumbre.

  • 23 de junio del 2017

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