Editorial Política

¿Por qué los comunistas odian a las clases medias?

Frente Amplio busca acabar con los “pequeños burgueses” del país

¿Por qué los comunistas odian a las clases medias?
  • 13 de mayo del 2020

Congresistas del Frente Amplio acaban de presentar un proyecto de Ley que crea un impuesto al patrimonio cuyo valor supera las 400 unidades impositivas tributarias. Es decir, los ciudadanos con un patrimonio de alrededor de S/ 1.72 millones deberán pagar más impuestos. Para contabilizar los activos de los pobres clasemedieros del Perú se considera el valor comercial de los inmuebles, de los vehículos automotores, de las acciones y bonos, depósitos bancarios y créditos existentes, e incluso, objetos de colección, obras de arte y joyas. Esta embestida contra la clase media peruana no sucede en la ex Unión Soviética. La mente afiebrada de nuestros comunistas pretende que pase en el Perú.

Ahora bien, ¿por qué un ciudadano que ha acumulado un poco más de un millón de soles en patrimonio para nuestros comunistas criollos es un “representante de la pequeña burguesía” que merece pagar más impuestos que los establecidos por el sistema tributario (renta, IGV y otros indirectos? El proyecto lleva un título rimbombante: “Impuesto a las grandes fortunas”. Se ve que las congresistas Rocío Silva y Mirtha Vásquez, firmantes de la iniciativa, no tienen la menor idea acerca de cómo el Perú formal (cerca del 40% de la sociedad) financia los ingresos del Estado con alrededor de más del 40% de sus ingresos. Es decir, más impuestos para quienes paran la olla del Estado. Tampoco tienen la menor idea que el incremento de impuestos a quienes financian los gastos del Perú, en medio de la pandemia y la recesión, en la práctica, significa matar a la gallina de los huevos de oro.

¿Cómo explicar el odio comunista a las clases medias? De acuerdo a la predicción marxiana, establecida en El Capital del barbado Karl Marx, el desarrollo capitalista inevitablemente llevaba a la concentración de la riqueza en una ínfima minoría de la sociedad, mientras que la mayoría absoluta de la sociedad era explotada por la "maldita plusvalía". Bajo esta predicción apocalíptica, el siglo XX se bañó en sangre y los cementerios se hincharon de cadáveres con Stalin en la ex Unión Soviética y con Mao en la China.

Sin embargo por diversas razones –que podemos desarrollar en un próximo artículo– el capitalismo occidental, sobre todo luego de la Segunda Guerra Mundial, desarrolló sociedades en las que la abrumadora mayoría de la población comenzó a pertenecer a las clases medias. Incluso algunos países se transformaron en unos de clase media, con una minoría de ricos. La predicción marxista volaba por los aires, porque la plusvalía no producía hambrientos sino clases medias acomodadas, cultas, críticas, incapaces de sacrificar sus libertades políticas y económicas por otros bienes sociales.

En este contexto, el comunismo occidental se volvió un movimiento de sectas, luego de haber sido un fenómeno de masas en la primera mitad del siglo XX. La falta de pobreza convirtió al comunismo de los países industrializados en movimientos insignificantes.

Salvando las distancias con la experiencia de los países desarrollados, en el Perú tres décadas de modelo económico basado en la inversión privada, la libertad de precios y el respeto a la propiedad privada y los contratos, posibilitó reducir la pobreza –hasta antes de la pandemia– del 60% de la población a solo 20%, triplicar el PBI y expandir a las clases medias como nunca antes en la historia. Si bien nuestras clases medias siguen siendo precarias y vulnerables, eran sectores de ingreso medio que se alejaban radicalmente del discurso apocalíptico del marxismo, que busca la confrontación entre ricos y pobres. Si cada vez había menos pobreza, ¿cómo los colectivismos y comunismos iban a avanzar en el Perú?

Si las clases medias no se consolidaron en el Perú fue básicamente por el fracaso de las élites en la construcción de un Estado moderno, chico, simplificado, con servicios baratos, que reconociera derechos y tuviera la fuerza para construir la legalidad que represente a los mercados emergentes. La izquierda se dio maña para controlar el Estado sin haber ganado una sola elección, y el Estado peruano –pese a los más de 15 tratados de libre comercio que firmó– se convirtió en el más burocrático y sobrerregulado de la región. En ese contexto surgió una sociedad formal de minorías y otra informal de mayorías, que bloqueó y enlenteció los logros del modelo.

Por todas estas consideraciones, el comunismo busca barrer con las clases medias. La recesión, la quiebra de empresas, la pérdida de los empleos y el aumento de la pobreza, por efectos de la pandemia y los yerros del Ejecutivo, crea el escenario perfecto para que los populismos y los comunismos construyan la ilusión de que se redistribuye riqueza acabando con las clases medias. Que empiece el debate, pues.

  • 13 de mayo del 2020

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