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¿Cuándo renuncia el titular de Interior?
No obstante la indiferencia de los medios de comunicación —es hora de decirlo con todas sus letras— solo basta recorrer los distritos de Lima para advertir que no existe patrullaje policial. Más allá de los desfiles de algunos patrulleros por zonas céntricas y concurridas es evidente que la policía se ha replegado hacia sus comisarías. No es aventurado entonces sostener que el ministro del Interior, Carlos Basombrío, está enfrentado a la institución policial, o que quizá su liderazgo no es aceptado por los efectivos. Y para agravar los problemas se impulsa una reforma del sector Interior que relega a la Policía Nacional del Perú a simples ejecutores de los “planeamientos” que desarrollarán los colaboradores de Basombrío.
No se trata de simples especulaciones. En un oficio que filtraron civiles del Mininter a las redacciones, Basombrío emplaza al director de la Policía Nacional del Perú (PNP), Vicente Romero Fernández, para que la policía regrese a patrullar a las calles. Le echa en cara que en la información del Instituto Nacional de Estadística (INEI) del 2016 indica que, mes a mes, “la percepción ciudadana sobre la vigilancia policial viene disminuyendo, alcanzando en diciembre de 2016 su mínimo histórico”. Basombrío señala que la incorporación de 3,000 nuevos patrulleros “debió haber contribuido a revertir la percepción ciudadana”. El titular del Interior exige que las cosas cambien. ¿Hay alguna duda de que existe un problema enorme entre Basombrío y la policía? ¿Por qué no releva al director de la PNP al término de la distancia?
En este portal lo hemos sostenido más de una vez. Basombrío se equivocó de cabo a rabo cuando pretendió enfrentar la ola criminal y la corrupción dentro de la institución policial al mismo tiempo. La remoción de 39 generales y decenas de oficiales, la reorganización permanente de las dependencias, las acusaciones de Basombrío contra oficiales (Las Bambas) —como si él fuese un periodista o un activista de una ONG— simplemente comenzaron a minar la moral policial. Muchos, con razón o sin ella, dentro de la policía comenzaron a sentir que justos pagaban pecadores. El resultado: una especie de huelga de brazos caídos en la policía, que una extraña frivolidad e indiferencia de los medios se niega a registrar, mientras la ola criminal toma las ciudades del Perú.
La guerra silenciosa entre Basombrío y la policía no solo tiene que ver con remociones de oficiales y acusaciones. En el sector Interior existe una concepción de que la PNP se convierta en simple brazo ejecutor de las políticas de seguridad ciudadana que planearán “los Basombrío boys”.
En el Decreto Legislativo 1266 —Ley de Organización y Funciones del Ministerio del Interior (MIninter)— se establecen las 31 funciones del Mininter y la responsabilidad de la Policía Nacional del Perú (PNP). Un análisis detallado de la norma nos causa enorme sorpresa. Por ejemplo, en el artículo 5, acápite 1, se describen las funciones rectoras del despacho Interior y se señala que el Mininter está encargado de “formular, planear, dirigir, coordinar, ejecutar, supervisar y evaluar las políticas públicas nacionales y sectoriales, planes, programas y proyectos, aplicables a todos los niveles de gobierno, ejerciendo rectoría respecto de ellos; todo ello en el marco de las competencias del Ministerio en campos policiales y no policiales. La ejecución de las políticas públicas en campos policiales está a cargo de la Policía Nacional del Perú”.
Más claro no cantan los gallos. La policía solo cumple una función operativa y está alejada del planeamiento. ¿A alguien se le ocurre que exista una racionalidad en estas políticas? Por más que los colaboradores de Basombrío se hayan quemado las pestañas leyendo papers sobre seguridad ciudadana en sus respectivos gabinetes, es evidente que la planificación de las políticas requiere la presencia de oficiales que hayan dedicado la vida entera a luchar contra el crimen. A menos que se crea que en el cuerpo policial no hay gente destacable.
Planteadas así las cosas, los peruanos enfrentamos una disyuntiva: o esperamos que Basombrío gane sus conflictos internos con la PNP hasta el 2018 o la administración PPK se busca un nuevo titular del sector, que reconstruya las relaciones entre los civiles y la policía. La respuesta es obvia.
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