Pedro Castillo ataca a Mario Vargas Llosa

Pedro Castillo, candidato de Perú Libre (PL) a la presidencia de la República ha señalado que “la literatura está de luto''. MVLL (Mario Vargas Llosa) embajador de la corrupción”. El tuit de Castillo es una respuesta al respaldo público del escritor a la candidata Keiko Fujimori, de Fuerza Popular (FP), en el balotaje de junio próximo. Esta agresiva respuesta, según un amplio sector de internautas que participan en “debates” virtuales– sería un adelanto de la estrategia de Castillo, de los congresistas de su partido y de las autoridades de un eventual gobierno de PL.

La grosera calificación de “embajador de la corrupción” es similar a las que suelen usar los dictadores de extrema izquierda para descalificar a sus opositores. La acusación de “corrupción” ha sido usada en Venezuela por Hugo Chávez y Nicolás Maduro para deshacerse de sus oponentes. En esta estrategia, al desprestigio personal le siguen procesos judiciales y encarcelamientos, sin posibilidades de defensa para los acusados, porque el Estado de derecho, las normas y la Constitución son avasallados.

Pero esta acusación de corrupción tiene muchas otras consecuencias. Como todos sabemos, Mario Vargas Llosa es un intelectual respetado mundialmente, con toda seguridad el peruano más prestigioso de la actualidad, reconocido con el máximo galardón literario, el Premio Nobel de Literatura. Su quehacer está en el mundo de las letras y las ideas, y no hay ninguna sospecha de corrupción en su vida. Y cómo intelectual prestigioso sus opiniones en favor de la libertad y la democracia suelen ser escuchadas y respetadas por las personas vinculadas al ámbito cultural. 

Una acusación tan injustificada como la de Castillo lo que nos dice es que bajo su gobierno los peruanos que se desempeñen en actividades culturales, intelectuales y educativas en general serán evaluadOs no por sus logros profesionales ni por la calidad de su producción, sino por la sumisión y obediencia a las propuestas de Perú Libre. Algo de eso ya se podía deducir de la labor de Castillo como líder en la recordada huelga magisterial del 2017, entre cuyos ejes de lucha estaban el rechazo a las evaluaciones a los profesores y a la carrera pública magisterial basada en la meritocracia.

Consecuente con esa línea, en un gobierno de Perú Libre el uso político de los espacios artísticos y culturales seguramente será extendido y profundizado. El Ministerio de Cultura podría llegar a convertirse en órgano de adoctrinamiento, como suele suceder en los gobiernos totalitarios, para el control ciudadano y para imponer determinadas costumbres. No es un fenómeno nuevo. La expansión del marxismo tiene como brazo derecho la llamada “movida popular”: desde cantautores dedicados toda su vida a la difusión de la ideología oficial (la “nueva trova”, con Silvio Rodríguez y Pablo Milanés como abanderados) hasta grupos de teatro y de artistas del “pueblo”.

Así, poco a poco las entidades estatales dedicadas a temas culturales y educativos terminarán dedicándose a hacer propaganda y a imponer la ideología marxista a las nuevas generaciones. Y de la misma manera en que estos burócratas apoyan y difunden las creaciones artísticas y culturales en las que creen ver reflejada su ideología marxista, también ponen todo tipo de obstáculos y trabas a aquellas que no lo hacen. El mejor ejemplo de ello es la actitud de los críticos marxistas ante la obra de uno de nuestros mejores escritores del siglo XX, Julio Ramón Ribeyro, a la que ellos siempre descalificaron por considerarla “burguesa y decadente”. 

Sin tener todavía el fajín presidencial, Castillo ha maltratado al representante vivo más preciado de la literatura hispanoamericana. Es un tremendo error, pero también una oportuna llamada de alerta acerca de cuál sería la actitud de un eventual gobierno de Perú Libre en los ámbitos culturales y educativos.