Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
La crisis del sistema republicano y la guerra política nos han llevado a este terrible momento de nuestra historia en el que Pedro Castillo, Perú Libre y el Movadef –vinculado a Sendero Luminoso– no esconden su programa de ortodoxia marxista y colectivista para intentar ganar la segunda vuelta electoral. Los analistas internacionales, simplemente, se quedan absortos frente a este fenómeno, porque hasta autócratas como Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales solían ocultar su verdadera propuesta antes de llegar al poder.
Sin embargo, la legítima protesta de un sector de la sociedad frente al Estado fallido –que no equipó hospitales, ni camas UCI ni compró vacunas a tiempo, no obstante tener los mayores recursos de la historia republicana– puede llevarnos a perder uno de los mejores momentos de nuestra historia republicana. Si no el mejor momento, uno de los mejores. ¿Por qué?
Si el Perú ratifica el camino de las libertades y políticas –más allá de las deficiencias y el fracaso del Estado–, el proceso de construcción republicana desarrollaría la quinta elección nacional sin interrupciones. En otras palabras, un momento de continuidad institucional (al margen de los despropósitos del pasado referendo de la administración Vizcarra) nunca antes visto en la historia, en el que participan los 32 millones de peruanos con el mismo derecho al voto y los mismos derechos a la propiedad. El optimismo nos podría llevar a sostener incluso que el verdadero sueño republicano comienza a desarrollarse con este proceso.
De otro lado, el triunfo de Keiko Fujimori, la candidata encargada de defender el sistema republicano y las libertades, obligaría a una ruptura radical con “la tradición política cortesana” que se impuso luego de la caída del fujimorato. ¿A qué nos referimos? Una eventual administración de Keiko Fujimori estaría obligada a llevar al Estado a los Andes para luchar y derrotar a la pobreza y aislar a la nueva insurrección comunista en curso en el país. Únicamente un Estado que se reencuentre con los Andes, con el Perú profundo y los excluidos, estará en condiciones de reformarse y derrotar la estrategia del Foro de Sao Paulo y de las corrientes comunistas en el país.
Sin embargo, a diferencia de los noventa, la guerra contra el comunismo no se desarrollará con armas sino en base a una movilización general de las instituciones republicanas contra la pobreza bajo el liderazgo del nuevo Ejecutivo. En otras palabras, lucha contra la pobreza y contra la amenaza comunista, pero en plena libertad.
Una opción de este tipo obligará a la más amplia convergencia de todos los sectores que defienden el sistema republicano y la libertad, porque los acontecimientos en Chile y Colombia nos revelan la naturaleza y la dimensión de la amenaza que enfrenta el Perú.
Paradójicamente esta amplia convergencia podría organizar la transición y la reconciliación, que nunca existió entre los sectores democráticos, luego de la caída del fujimorato a inicios de este milenio. Una ausencia de transición, acuerdos y pactos que explica las posibilidades del maoísmo en esta segunda vuelta. Quizá la amenaza nos lleve a cambiar todos nuestros entendimientos sobre política y libertad.
Finalmente, el Perú y el Ecuador podrían convertirse en dos países privilegiados en América Latina frente a los acontecimientos que sacuden a Chile y Colombia. En el país del sur se acaba de elegir una asamblea constituyente que redactará una constitución anticapitalista que consagrará el final de la propiedad privada, y en el país del norte se avecina una elección nacional en medio de convulsiones sociales y grandes posibilidades de la izquierda bolivariana. En este contexto, luego del triunfo de Keiko, el Perú podría convertirse en el espacio privilegiado de los capitales que emigrarían de Chile y Colombia, y pasaría a brillar como una verdadera estrella en la región.
Por todas estas consideraciones, de ninguna manera, los peruanos deben desperdiciar este momento histórico para el país. El camino es uno solo: votar por la libertad.
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