Editorial Política

¡No es una batalla, es una guerra contra el comunismo!

El relato de la constituyente y la estrategia de poder de Perú Libre

¡No es una batalla, es una guerra contra el comunismo!
  • 27 de abril del 2022

La decisión de Pedro Castillo de presentar una iniciativa para convocar una constituyente desvirtúa la tesis acerca de que el Gobierno de Perú Libre y el Movadef solo era una suma de incapacidades, voracidad estatal, control de instituciones, cadenas de irregularidades y corrupción. Desvirtúa también la tesis progresista acerca de que no importaba la persona o el movimiento que llegara al poder, al final, el peso de las instituciones morigeraría cualquier programa, y el gobierno entrante se acomodaba a la institucionalidad de las últimas décadas.

En el preciso momento en que el Gobierno de Castillo se desmoronaba ladrillo por ladrillo, en que se derrumbaba generando un grave vacío de poder en el Estado y la sociedad, los estrategas cubanos se inclinaron por presentar una batalla decisiva: la propuesta de la constituyente. Conclusión: el Gobierno de Castillo, al margen de las impericias del propio Castillo y de los líderes de Perú Libre, es uno de gran densidad ideológica. ¿Por qué? Porque hasta en el fracaso general existe capacidad de plantear una estrategia y un relato para convertir la derrota en contragolpe.

¿A qué vamos? El gran objetivo de proponer la constituyente no es instalar una asamblea constituyente. Lo saben los militantes de Perú Libre y los estrategas cubanos. No tienen cómo hacerlo: tienen el rechazo de la abrumadora mayoría de la población, no tienen ninguna capacidad de controlar el Congreso, las fuerzas armadas y la policía nacional del Perú están estrictamente apegadas a la Constitución. Pero sobre todo, los sectores comunistas no tienen ninguna capacidad de movilización popular. En las recientes marchas y paros, con todos los recursos del Estado, menos de mil personas bloquearon carreteras y agitaron. Allí donde se presentan son abucheados y largados.

¿Cuál es entonces el objetivo de la constituyente? Todo parece indicar que el principal objetivo es prepararse para la eventual caída del Gobierno de Castillo y crear una especie de Allende peruano que organice el contragolpe comunista al sistema republicano y, sobre todo, un relato de mediano y largo plazo, a semejanza de lo sucedido en Chile. En este relato Castillo fracasaría por la vigencia de la Constitución de 1993 y por la conspiración y sabotaje de los monopolios.

Sin embargo, el gran problema de esta estrategia es que no tiene ninguna verosimilitud: nadie puede detener tres décadas de crecimiento y de reducción pobreza sostenida, nadie puede detener una sociedad en ascenso y con expansión de bienestar, en apenas unos pocos meses de gestión y salir bien librado. No hay relato ni fábula que valga.

No obstante, aquí lo importante es la conclusión: estamos ante un régimen, con una alta intensidad ideológica, que tiene una estrategia incluso para la derrota. Es decir, con la administración Castillo no hay posibilidad de diálogos, al margen del programa de la constituyente. En realidad, Castillo y Perú Libre solo están en el Gobierno para construir el nuevo poder popular: instalación de una constituyente, control de las fuerzas armadas y policiales y creación de una nueva institucionalidad soviética.

Cuando las corrientes comunistas llegan al poder, por doctrina y programa, se proponen construir un nuevo Estado que reemplace al estado burgués. Por ese motivo hallan justificación ideológica para organizar el totalitarismo y perpetuarse en el poder. La batalla de la constituyente, entonces, solo es una batalla más de una larga guerra que –más allá de la debilidad y la orfandad actual del Gobierno de Castillo– se definirá a favor de la libertad o el totalitarismo.

La histeria y el temor de las élites nacionales frente a la propuesta de la constituyente se explica por esa falta de comprensión ideológica del fenómeno del Gobierno de Castillo. Y también por la falta de ideología y cultura en los sectores republicanos. Es hora de entender la complejidad de las cosas. 

Por todas estas consideraciones, es momento de derribar nuestro Muro de Berlín comunista y progresista, que no se desplomó cuando le ganamos a la guerra a Sendero Luminoso tres décadas atrás.

  • 27 de abril del 2022

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