Editorial Política

¡Mario Vargas Llosa llama a votar por Keiko Fujimori!

Frente al avance del comunismo, se une el Perú democrático

¡Mario Vargas Llosa llama a votar por Keiko Fujimori!
  • 18 de abril del 2021

En un pronunciamiento que sorprendió a tirios y troyanos, a ángeles y demonios, Mario Vargas Llosa, el Nobel peruano, se pronunció a favor de Keiko Fujimori en la segunda vuelta. El laureado escritor le exigió a la candidata el respeto de la Carta Política, el equilibrio de poderes y la continuidad de las instituciones. Por su lado, Fujimori respondió agradeciendo el respaldo y aceptó las sugerencias planteadas. De pronto, sucedió lo que parecía imposible en la política peruana: que dos sectores de la guerra política que ha destrozado el sistema republicano logren conversar y avanzar hacia posibles entendimientos.

En cualquier caso, al margen de las representatividades e influencias electorales, el gesto descrito puede ser la instantánea para imaginar un nuevo momento en el sistema republicano, luego de la fallida transición que se produjo con la caída del fujimorato a inicios del nuevo milenio y el relato izquierdista de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que erosionó las posibilidades de convergencias en la democracia peruana.

Y es que el momento no está para “vender caro nuestro voto” como sostienen algunos frivolones progresistas o sectores de la burocracia colectivista que han conducido el Estado fallido en los últimos años. Para cualquier peruano de buena voluntad, es incuestionable que el programa de Perú Libre no solo forma parte del eje bolivariano, sino que destila una pétrea ortodoxia marxista leninista. Al candidato de Perú Libre, Pedro Castillo, se le puede acusar de vínculos con el Movadef, pero el programa escrito por Vladimir Cerrón ya debe formar parte de los textos de la historia del comunismo internacional. Finalmente, es un plan de gobierno de un candidato que llegó a la segunda vuelta en el Perú.

La amenaza comunista, la amenaza de colectivizar a la sociedad, entonces, puede cambiar el curso de una guerra política que ha dejado en ruinas a la República. El antifujimorismo o el antifujiaprismo han sido los combustibles que han alimentado esta guerra y se han convertido en la envoltura, en el detergente, de todas las estrategias de los progresismos, los colectivismos y los comunismos para dinamitar el sistema republicano. Hoy el comunismo más duro lo volverá a utilizar, quizá por última vez.

Finalmente, este anti ha producido dos de los peores gobiernos de nuestra historia republicana –las administraciones Vizcarra y Sagasti–, ha desinstitucionalizado hasta la implosión el Estado de derecho, ha envilecido la política hasta la judicialización y destrucción de los adversarios, ha quebrado la economía, ha destruido los fundamentos macroeconómico y ha aumentado la pobreza como nunca en las últimas tres décadas. Y si existen dudas de esta barbarización del espacio público, esta cruenta guerra política ha parido a Vladimir Cerrón y a Pedro Castillo. Y de repente, el Comité Central de Sendero Luminoso podría convertirse en un actor político más del sistema republicano.

Si la economía de mercado y el sector privado no han sido devastados en extremo por las administraciones Vizcarra-Sagasti, se explica por la Constitución y porque la estrategia progresista primero se propone ganar la batalla cultural; y luego de esa victoria, arremeter contra el modelo capitalista, tal como sucede en Chile y la asamblea constituyente. En el Perú, sin embargo, la crisis es de tal magnitud que la posibilidad de una crisis general del sistema republicano, incluso con el triunfo de Keiko Fujimori, es una posibilidad sobre la mesa. Los respaldos en la segunda vuelta, entonces, no solo deben apuntar a una victoria electoral sino a organizar la gobernabilidad.

Lo que ha sucedido en el Perú con la destrucción del sistema republicano y la economía y la sociedad no es novedad. Si los sistemas republicanos y la política moderna nacieron para evitar que los adversarios hagan la guerra entre sí, entonces es absolutamente entendible que la guerra política que impulsó la progresía haya creado esta tragedia nacional. Ahora bien, no solo la progresía empuñó las armas. Para ser justos con los hechos, el fujimorismo luego de las elecciones del 2016 no cesó de guerrear, y el conflicto entre fujimoristas y pepekausas parió al inefable Martín Vizcarra y comenzó a escenificar la actual tragedia nacional.

La amenaza comunista, pues, empieza a unificar al Perú democrático.

  • 18 de abril del 2021

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