¡Las Bambas sigue avanzando!

Se restablece diálogo entre gobierno y autoridades locales

Mientras el escándalo Lava Jato parece envolverlo todo, los temas cruciales de la gobernabilidad empiezan a ser postergados. Uno de ellos es el avance y la consolidación del megaproyecto Las Bambas, que le agrega más de 1% al crecimiento del PBI. Este fin de semana se restableció el diálogo entre el gobierno, las autoridades y dirigentes locales de las zonas adyacentes al proyecto minero, y se recuperó la paz social.

Como se sabe, las protestas —que explican la declaratoria del estado de emergencia de la zona— estaban claramente dirigidas contra el incumplimiento de los compromisos asumidos por el Estado durante la gestión de Ollanta Humala; entre ellos, la construcción de un hospital de categoría II y obras de saneamiento en los distritos y comunidades. En el mencionado diálogo participaron la ministra de Salud, Patricia García; el titular de Vivienda, Elmer Trujillo; el viceministro de Orden Interno, Rubén Vargas; y el alcalde del distrito de Challhuahuacho, Antolín Chipana; el alcalde de Cotabambas, Odilón Huanaco; y los dirigentes comunales.

Los problemas que se presentan en Las Bambas expresan con nitidez todos los fracasos que ha acumulado el Estado durante el boom minero de los últimos años: un Estado que llena sus arcas fiscales con los impuestos cobrados a las compañías mineras, pero que no construye carreteras, escuelas y postas médicas. En esta realidad, en las regiones mineras surgen islas de prosperidad ante el fracaso estatal al redistribuir la riqueza. Y, en este contexto, también aparece el radical antiminero para intentar paralizar la producción de cobre, ya sea para favorecer a los grandes traders mundiales de cobre o para ralentizar el crecimiento económico y resucitar el discurso estatista en el 2021.

En Las Bambas el Estado, pues, es un desastre gracias al humalismo. De allí la enorme importancia de los compromisos asumidos por la administración PPK para restablecer el diálogo con las autoridades locales. Sin embargo esto no significa bajar la guardia ante el radical antiminero o los grupos de extorsionadores que azuzan a la población.

Cuando se enfrenta al radicalismo antiminero siempre vale subrayar que a estos sectores les importa un comino la pobreza en el Perú. Las Bambas es el mejor ejemplo: entre el 2006 y el 2015 la pobreza se redujo de 75% al 39% de la población en Apurímac. El megaproyecto minero ha generado más de US$ 45 millones en regalías en la región apurimeña debido a que Las Bambas tiene el compromiso de pagar el 3% de sus ventas por este concepto; aparte, claro está, del correspondiente 32% del impuesto a la renta. Otro dato que revela la magnitud social del proyecto es la manera cómo se han incrementado los recursos del municipio distrital de Challhuahuacho, que en el 2016 ha recibido alrededor de 40 millones de soles por regalías; una suma que representa casi 20 veces su presupuesto regular.

De allí que las noticias que llegan de la zona minera acerca de que Las Bambas —no obstante las bombas de tiempo— está produciendo en toda su capacidad no solo es una buena nueva para Apurímac, sino para todo el Perú, la democracia y el mercado.

¿Por qué la democracia y el mercado? La respuesta es simple: en nuestro país desde las elecciones del 2006, del 2011 y del 2016 se han enfrentado las propuestas prosistema y antisistema. En este contexto, todos sabemos que sin minería (y en especial Las Bambas) el Perú crecería menos del 2% y en nuestro país volvería a aumentar la pobreza. En semejante escenario las propuestas estatistas desarrollarían los argumentos sobre “el fracaso del neoliberalismo” y crearían un escenario a su favor. Cuando se defiende a Las Bambas, entonces, no solo se defiende a los apurimeños, sino a las libertades políticas y económicas en el país.