Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Gabinete Zavala presenta moción de confianza
Ante la decisión de la oposición de presentar una moción de censura (aún sin efectivizar) a la ministra de Educación, Marilú Martens, el presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala —con el Gabinete en pleno— anunció que solicitaría la renovación de la cuestión de confianza del Consejo de Ministros que preside alrededor la defensa de la política educativa.
Sin embargo la Carta Política no prevé el mecanismo de la cuestión de confianza como manera de enfrentar una interpelación o una eventual censura de un ministro por la sencilla razón de que la Carta Política, en ningún momento, pretende menoscabar las funciones de control político del Legislativo. De otro lado, el artículo 128 de la Constitución establece que las responsabilidades ministeriales son individuales y que las cuestiones de confianza del Gabinete se presentan cuando este propone su plan de gobierno al Legislativo para recibir el voto de investidura, o cuando el Gabinete en pleno sanciona una política estatal cuestionada por el Congreso. En todo caso, los temas constitucionales deben ser aclarados.
Más allá de las nebulosas constitucionales del pedido de renovación de confianza del Gabinete Zavala, es evidente que el Perú ya avanzó a una colisión de poderes y a una crisis de gobernabilidad que debe ser resuelta para recuperar la viabilidad política. El gran problema es que en la hipótesis de que se rechace la cuestión de confianza del Gabinete Zavala, solo restaría la censura o el rechazo de confianza de un segundo Gabinete para que el jefe de Estado asuma las prerrogativas de disolver el Legislativo y convocar a nuevas elecciones parlamentarias. ¿No estamos ante un escenario irreal, de ficción, considerando que los pepekausas están en el Ejecutivo y los fujimoristas en el Congreso, dos fuerzas con programas similares y con una clara identidad promercado? ¿Cómo hemos llegado a esta terrible situación?
Todo parece indicar que los extremismos han comenzado a imponerse en el Ejecutivo y en el Legislativo. ¿A qué nos referimos? Por un lado, en el Gobierno parece haberse instalado la idea de que el Congreso debe encargarse de remover a los ministros que el presidente Kuczynski debería cambiar, ante los errores ministeriales y el evidente desgaste de la figura del jefe del Estado. Bajo esta idea existe la creencia de que el fujimorismo, con sus acciones de control político, se debilita ante la ciudadanía. Sin embargo el resultado de esta estrategia ya está registrado en las encuestas: la popularidad del presidente Kuczynski ha descendido de 60% a 20%, una virtual caída libre; mientras que la mayoría legislativa y Fuerza Popular mantienen, e incluso incrementan, su respaldo en las encuestas.
Igualmente en sectores de Fuerza Popular existe la clara tentación de priorizar el papel opositor como una manera de seguir desarrollando una estrategia victoriosa hacia el 2021. En este contexto —ante la suma de yerros ministeriales, la negativa a cambiar ministros en el Ejecutivo y el desgaste de la administración PPK— es evidente que la tentación opositora, en detrimento de la colaboración y la convergencia, se tornarán en un extremismo que jaloneará todo el accionar de Fuerza Popular.
A entender de este portal, este escenario es una suma que tiene un resultado: cero. Si bien el pepepekausismo pierde (en todo caso allí están las encuestas) y el fujimorismo gana en el corto plazo, es incuestionable que el fracaso del Gobierno de Kuczynski bloqueará las posibilidades electorales de Fuerza Popular en el mediano plazo.
A fuerza de repetir un estribillo que empieza a perder contenido solo nos resta decir que por las identidades de sus respectivos programas y por las trayectorias de ambos grupos —vinculadas a las reformas económicas y sociales de los últimos 25 años— el pepekausismo y el fujimorismo están obligados a cooperar para salvar sus responsabilidades con el presente. En ese sentido, aunque parezca paradójico, la defensa de la democracia y la economía de mercado exigen que se consolide un gobierno exitoso hacia el 2021, y una oposición también exitosa. Pero objetivos de ese tipo solo serán posibles superando los extremismos a ambos lados de la mesa.
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