Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Las guerras de infanterías que los peruanos comienzan a contemplar entre los militantes de Perú Libre alrededor de los nombramientos en los despachos ministeriales, no solo envilecen la política –reducida a la cuota de poder, al margen de los flamígeros discursos ideológicos– también pretenden presentar la imagen de que el país se debate en “una lucha entre comunistas buenos y comunistas malos”.
A nuestro entender estas guerras internas, al margen de su verosimilitud, no modifican el resultado final. El oficialismo en el Congreso acaba de votar unificadamente contra ley de confianza. Continúa la amenaza totalitaria que se expresa en la propuesta de una asamblea constituyente y que está destruyendo tres décadas de crecimiento y de reducción de pobreza.
El presidente Castillo; la presidente del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez; el líder de Perú Libre, Vladimir Cerrón; y el congresista Guillermo Bermejo solo son coherentes y firmes en el objetivo de convocar a una constituyente de 100 o 200 representantes que concentren todo el poder institucional, político y económico del sistema republicano. Una constituyente que también decidirá sobre la propiedad y los ahorros que las familias han acumulado a lo largo de décadas.
Ante semejante amenaza, la mayoría republicana en el Congreso, si pretende defender la Constitución y el sistema de libertades, de ninguna manera debe romper la herramienta fundamental para combatir el totalitarismo: la unidad política y social. Hay que mantenerla cueste lo que cueste. A los sectores dubitativos y extremadamente pragmáticos se les debe decir que con el totalitarismo no hay cálculo ni pragmatismo que valga.
En ese sentido, la oposición republicana acaba de converger con decisión para insistir en la ley que regula el uso de la confianza de parte del Ejecutivo, porque es la única manera de restablecer el equilibrio de poderes que fue gravemente anulado con el famoso argumento de la “denegación fáctica de la confianza”, que justificó el cierre inconstitucional del Congreso.
La insistencia en la ley de confianza con 79 votos a favor expresa la clara voluntad de la mayoría legislativa de enfrentar la abierta estrategia oficialista de cerrar el Congreso.
En ese mismo sentido, la oposición republicana debería organizar una agenda legislativa de aquí hasta el fin de año que revele objetivos claros en la defensa de la Constitución y el sistema de libertades.
Por ejemplo, ¿cuál es el camino y los plazos para elegir a los seis magistrados del Tribunal Constitucional que ejercen el cargo fuera del periodo de sus nombramientos. ¿Qué reformas se van a implementar en el sistema electoral para superar los dramáticos momentos de las elecciones pasadas? Se trata de interrogantes que merecen respuestas y que tienen relación con los controles del poder y el funcionamiento general de las instituciones. El problema es que son extremadamente urgentes ante la agonía del sistema republicano.
Asimismo, la mayoría republicana del Congreso debería organizar una agenda legislativa en defensa del modelo económico, la inversión privada y los mercados populares, que pretenden ser ahogados por los anuncios gubernamentales. El proyecto de la asamblea constituyente, el planteamiento de nacionalizar el gas, la propuesta de una segunda reforma agraria con la exclusión del sector agroexportador, y la idea industrializar la hoja de coca, simplemente han ahuyentado cualquier nueva inversión en el Perú. En ese mismo sentido, las calificadoras de riesgo le comienzan a bajar el dedo a la economía nacional.
En este contexto, el 2022 el Perú dejará de crecer y volverá a aumentar pobreza. ¿Qué propuesta tiene el Congreso para detener la tragedia económica? ¿Por qué no restablece la derogada Ley de Promoción Agraria para enviar una señal poderosa a los mercados? ¿Por qué no se avanza en la reforma del sistema laboral para solucionar la tragedia de las pymes de los mercados populares? ¿Por qué no se ratifica la meritocracia en la ley de carrera magisterial?
Son preguntas que necesitan respuestas para enviar señales claras al mundo: en el Perú las libertades amenazadas siguen respirando. Combatir a la amenaza comunista no solo es un asunto de respuestas sino, sobre todo, de iniciativa.
COMENTARIOS