La necesaria y urgente libertad de Fujimori

El Tribunal Constitucional (TC) acaba de emitir una resolución en que se declara improcedente una solicitud de aclaración planteada por la procuraduría del Poder Judicial con respecto a la sentencia que concedió un habeas corpus al expresidente Alberto Fujimori. En el documento se establece que la sentencia del TC fue una decisión final y “jurídicamente válida”, motivo por el que no es posible ninguna impugnación. Igualmente se envía todo lo actuado al Poder Judicial para que se proceda a ejecutar el habeas corpus en cuestión a favor de Fujimori.

Sin embargo, a pesar de la nueva sentencia que ratifica el habeas corpus a favor del expresidente Fujimori, diversos sectores progresistas han planteado que la libertad del ex mandatario no se puede materializar porque la Corte IDH ha ordenado que no se ejecute la medida. Más allá de lo discutible de semejante tesis, para algunos es posible que una instancia supranacional pueda fallar en contra de la Constitución, las instituciones tutelares del sistema republicano y el Estado de derecho en general.

Como todos sabemos, el indulto al expresidente Fujimori le fue otorgado por el expresidente Pedro Pablo Kuczynski, en pleno ejercicio de las facultades constitucionales que le reconocía la actual Carta Política al jefe de Estado. Más tarde, el mencionado indulto fue confirmado por el TC; y hace unas horas el máximo intérprete de la Constitución acaba de confirmar que el habeas corpus a favor de Fujimori es sentencia final y válida. El expresidente Fujimori, entonces, ya debería estar en libertad.

¿Qué arguye el progresismo para oponerse a la libertad de Fujimori? Que el ex jefe de Estado habría cometido delitos de lesa humanidad. Sin embargo, en las fechas en que sucedieron los hechos imputados a Fujimori, no estaba vigente el Tratado de Roma, que recién incorpora esos delitos a nuestra legislación. Por lo tanto, más allá de las argumentaciones y estrategias políticas que suelen organizar las izquierdas latinoamericanas, no hay razón válida para que Fujimori permanezca en la cárcel.

Por otro lado, es necesario valorar qué significaría la libertad de Fujimori considerando las últimas tres décadas en la política peruana, que estuvieron atravesadas por la polarización destructiva entre fujimoristas versus antifujimoristas. De alguna manera en los últimos 30 años, mientras la economía y la inversión privada reducían la pobreza como nunca antes en la historia, la política nacional se convirtió en un escenario de guerra en donde todo valía para eliminar al supuesto enemigo.

En este contexto, la política se convirtió en perpetua crisis y el Estado y sus instituciones se transformaron en el espacio de estas batallas. Finalmente, la destructiva polaridad llevó a la sociedad a elegir a Pedro Castillo, el peor candidato de la historia republicana y se desencadenaron todos los efectos destructivos en las instituciones, la economía y la sociedad, que hoy padecemos los peruanos. La libertad de Fujimori no solo restablecería el Estado de derecho y la Constitución, sino que también organizaría un nuevo momento político que facilitaría la convergencia de los políticos alrededor de objetivos nacionales luego de superar la cruenta polaridad que destruyó el sistema democrático en las últimas tres décadas. 

Sin embargo, las corrientes comunistas y progresistas – al igual que los civilistas con Leguía en el siglo pasado– pretenden que Fujimori muera en la cárcel para legitimar un relato en el que hay buenos y malos en la historia nacional. Al parecer no les interesa que esa polarización sin sentido haya terminado llevando al poder a Castillo.

Por todas estas consideraciones en la libertad de Fujimori existen argumentos constitucionales y legales, pero también tienen que ver con el proyecto, con el futuro, de la democracia.