Editorial Política

La informalidad minera favorece al radicalismo

Fracasa política de formalización minera

La informalidad minera favorece al radicalismo
  • 11 de febrero del 2020


La emergencia de fuerzas claramente antisistema –como el UPP de Antauro Humala, el Frepap y el Frente Amplio– en las últimas elecciones al Congreso, debería llevar a las élites nacionales a reflexionar sobre cómo formalizar el país. El motivo: el voto antisistema es una forma de protesta contra la frivolidad del Perú oficial. Más del 60% de la economía y la sociedad permanece al margen de la legalidad. Y, aunque parezca mentira, una fuerza enorme de pequeños empresarios, de mineros artesanales, está excluida de la legalidad por la legislación que se dictó durante el gobierno de Humala. Ni la administración PPK ni la actual de Vizcarra cambiaron esa legislación.

Lo grave de la situación es que se sabe que Antauro Humala y el etnocacerismo levantarán la bandera de “que la mina es para quien la trabaja” –parafraseando el lema velasquista–, para enfrentar al minero artesanal con la mediana y gran minería. Si el Estado y las élites no reaccionan, un aliado natural del capitalismo, del mercado y de la gran y mediana minerías, en acto de desesperación por sobrevivir, podría terminar apoyando las fórmulas colectivistas.

El fracaso de la formalización minera es evidente: apenas 55,000 mineros artesanales están inscritos en el Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo, entidad encargada de la formalización), del Ministerio de Energía y Minas, no obstante que sobrepasan los 400,000 productores y alrededor de un millón de personas las depende de manera directa de esta actividad. Del total de pequeños mineros solo 5,000 tributa, y se calcula que desde el 2012 hasta el 2019 se ha exportado US$ 15,000 millones sin declarar; es decir, sin pagar impuestos. ¿Acaso alguien duda del fracaso de la formalización minera?

El fracaso de la formalización minera se explica porque la legislación le exige al minero artesanal los mismos requisitos que se demanda a la mediana y gran minerías. Pero también tiene que ver con la errada visión con respecto a las plantas de beneficio, pequeñas empresas que compran el mineral de los productores artesanales y lo procesan. 

La Sunat, por ejemplo, considera que las plantas fomentan adrede la informalidad minera y les exige entre 16 y 21 requisitos para la comercialización, que se sujetan a la discrecionalidad de los funcionarios. Por ejemplo, cuando una planta compra mineral de los productores artesanales se le exige la guía de remisión, la acreditación del titular del mineral, el código de compromiso en el Reinfo, la tarjeta de propiedad del camión que transportó el mineral y el brevete del chofer. Si las cosas se complican se puede llegar a cuestionar el número de toneladas que el camión puede cargar y así sucesivamente. La presunción de la autoridad tributaria, pues, es que las plantas fomentan la informalidad para elevar sus ganancias. Terrible error.

Las plantas no son responsables de la informalidad, lo es la política de formalización. Muy por el contrario, las plantas de beneficio deberían ser consideradas aliadas naturales de la formalización, porque establecen puentes entre la formalidad y la informalidad. De allí que la discrecionalidad de los funcionarios del Estado en la comercialización de los minerales debería superarse redactando un protocolo de comercialización que sirva a las plantas y a los funcionarios del Estado, y se evite la discrecionalidad arbitraria. En otras palabras, los funcionarios del Estado deberían tener procedimientos claros para tratar con las plantas de beneficio para convertirlas en pilares de un proceso de formalización minera.

Hasta el 2014, por ejemplo, las plantas de beneficio podían aplicar la liquidación de compra en la adquisición del mineral de los productores artesanales. Es decir, cuando compraban a los mineros artesanales descontaban el 18% del IGV y el 4% de renta de la compra total. En otras palabras, obligaban a los informales a tributar al Estado. Desde la administración del nacionalismo se derogó el sistema. ¿Por qué el Estado renunció a seguir recaudando? Nadie lo entiende.

Como se aprecia, el Estado avanza a ciegas y a trompicones en la formalización minera y puede terminar favoreciendo la prédica antisistema. A reflexionar.

  • 11 de febrero del 2020

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