Editorial Política

¡La impostergable unidad de la oposición!

El único camino para detener la implosión de la sociedad y del Estado

¡La impostergable unidad de la oposición!
  • 24 de marzo del 2022

El Perú comienza a implosionar, a desarmarse. No solo se trata del hecho de que el país ha ingresado a una etapa de lentificación económica, con pronósticos de magros crecimientos de menos de 3% del PBI –cuando podría expandirse por encima del 6% del PBI, gracias a los precios de los minerales– sino que todo lo que conocemos como Estado comienza a implosionar. El Estado ya no entrega DNI, brevetes ni pasaportes, e incluso, comienzan a desplomarse los mínimos servicios que antes ofrecían Essalud y el Ministerio de Salud. En cuanto a la seguridad y el orden interno, casi son inexistentes en la actualidad.

El Perú, entonces, se desarma con el desarrollo del Gobierno de Pedro Castillo. Una manera de explicar esta situación tiene que ver con los relatos progresistas y el control de las instituciones de las izquierdas en las últimas dos décadas. Por ejemplo, sin el relato acerca de que Alberto Fujimori era igual a Abimael Guzmán durante la guerra contraterrorista, la gente no hubiese votado por Pedro Castillo no obstante que, en la campaña electoral, quedó en evidencia que era el postulante menos preparado para el cargo y que mantenía vínculos con las corrientes maoístas.

Sin embargo, otra manera de entender la actual tragedia nacional pasa por señalar los errores de los sectores democráticos y republicanos y la oposición en general. Por ejemplo, sin la alegre y adolescente división de las derechas en las candidaturas de Keiko Fujimori, Rafael López Aliaga y Hernando de Soto no había manera de que acaeciera el triunfo de Castillo. De ninguna manera. Con las candidaturas republicanas unificadas incluso un triunfo en primera vuelta era posible.

La división de los líderes, entonces, es parte del problema. O, para decirlo de otra manera, los tres mencionados líderes también son responsables de la actual tragedia nacional. De allí que solo un profundo respeto y amor por las libertades y el sistema republicano debería llevar a los mencionados a renunciar a sus pretensiones políticas e iniciar un amplio camino de convergencia y unidad nacional para salvar al país de la amenaza comunista y superar los relatos progresistas que nos llevaron a la tragedia.

Sin la unidad de las llamadas derechas, el comunismo habrá ganado; sobre todo ahora que Alianza para el Progreso y Acción Popular han dejado en claro sus fracturas, debilidades y desorientaciones ideológicas, frente a un Ejecutivo influenciado por las corrientes comunistas más ortodoxas del planeta. El Perú necesita una representación política para defender la Constitución y el sistema de libertades políticas.

De alguna manera el camino de la unidad ha sido la herramienta que le ha permitido al país detener el proyecto destructivo de convocar a una asamblea constituyente e iniciar un proceso de nacionalizaciones. La unidad generó una resistencia nacional en las movilizaciones ciudadanas más masivas del continente y en una amplia mayoría republicana en el Congreso. En cualquier caso, se trata de resultados evidentes.

Por todas estas consideraciones, los líderes republicanos deberían forjar una mesa de unidad y comenzar una agenda de discusiones sobre cómo plasmar la convergencia para detener el avance del comunismo y superar los relatos progresistas. Este proceso de unidad debería ser lo más amplio posible, convocando a los colectivos y personalidades independientes e, incluso, atrayendo a todos los sectores sociales que hoy enfrentan el incremento de los precios de la canasta básica en los mercados y organizan medidas para defender el empleo y las inversiones.

A nuestro entender, esta convergencia política y social de los sectores republicanos debería culminar en unas primarias a nivel nacional, en que se debería elegir una plancha unificada, más allá de que todos los movimientos y partidos puedan presentar listas parlamentarias por separado. Imagínense una plancha nacional al lado de listas parlamentarias lideradas por los ex candidatos presidenciales de las últimas elecciones nacionales. Estaríamos frente a una fórmula imbatible.

Siempre hay que recordar que, de acuerdo a la historia universal, los líderes de una sociedad no necesariamente son candidatos electorales. El líder, el estadista, es quien moviliza a los pueblos a defender las libertades y genera autoridad y respeto con su humildad y desprendimiento.

  • 24 de marzo del 2022

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