La comisión de Constitución del Congreso de la R...
La destrucción institucional, económica y social, que ha causado el Gobierno de Pedro Castillo y de Perú Libre, comienza a convertirse en una amenaza para la propia idea del Perú y de la peruanidad. A nuestro entender, si continúa la destrucción de la economía, la implosión del Estado y el colapso de los servicios públicos, inevitablemente el país avanzará a su desmembramiento territorial, sobre todo en el sur del territorio nacional.
Y si a este proceso de destrucción nacional le sumamos la propuesta de Perú Libre de convocar a una asamblea constituyente para instalar “una república plurinacional con equidad de género”, es incuestionable que las corrientes comunistas y colectivistas se han convertido en amenazas para la unidad territorial del Perú.
Como ya hemos informado que las propuestas de la asamblea constituyente y las nacionalizaciones de los recursos naturales han desplomado a la inversión privada, el principal motor del crecimiento, y el proceso de reducción de pobreza de las últimas tres décadas (de 60% de población en pobreza a solo 20%). Pero la inversión privada no solo fue el principal motor antipobreza, sino también el principal factor de la estabilidad política y social de dos décadas de democracia, que se expresaron en cuatro elecciones sin interrupciones. La economía, el crecimiento y la reducción de la pobreza, posibilitaron la estabilidad pese a la perpetua crisis de la política y el fracaso general de los políticos.
Todo eso ha terminado y la inversión privada se desploma ladrillo por ladrillo. Es absolutamente entendible, pues, que todo comience a derrumbarse en el Perú, sobre todo frente al estallido social: el ingreso promedio prepandemia de los peruanos no se recupera y es imposible absorber la subida de precios por la guerra en Ucrania. Si a ello le sumamos la colonización indiscriminada del Estado por militantes y activistas de Perú Libre, sin ninguna capacidad profesional y técnica, entonces tenemos el cóctel perfecto para explicar la disolución que atraviesa el país.
Cuando reparamos en que Perú Libre vuelve a proponer a un proyecto de ley para instalar una asamblea constituyente de corte soviético (70% de representantes elegidos entre los activistas sociales comunistas) que crearía una república aymara –como parte de la república plurinacional– que fracturaría la unidad territorial del sur del Perú a favor del lado aymara de Bolivia –incluyendo, por supuesto, la costa peruana–, las cosas están absolutamente claras.
Y si le agregamos la destrucción del sistema de propiedad minera y la ley de la selva que se ha instaurado en las zonas mineras del sur, el asunto resulta más que evidente. El proyecto de Perú Libre y del Foro de Sao Paulo ha focalizado su estrategia en el cobre peruano del sur –así como lo hizo con el petróleo en Venezuela y el gas en Bolivia– con el objeto de agenciarse de recursos para implementar una estrategia continental de poder.
¿En qué termina, entonces, la destrucción nacional que impulsa el Gobierno de Pedro Castillo? De alguna manera el país parece más cerca de la anarquía que de la asamblea constituyente, sobre todo por el abrumador rechazo nacional que desata la propuesta de Perú Libre.
Sin embargo, la anarquía, a nuestro entender, significará el desmembramiento territorial, sobre todo considerando la voracidad del Foro de Sao Paulo por el cobre peruano, y la obsesión de Bolivia y Evo Morales por hacerse del sur del Perú. Pero el desplome institucional económico del país también desmembrará el territorio amazónico, considerando el avance del narcotráfico con la ampliación de los cultivos de hoja de coca que, paradójicamente, el Ejecutivo también parece alentar.
La gravedad de la crisis nacional no solo compromete la libertad política y económica, la vigencia de la Constitución y las instituciones, sino también la unidad territorial. ¡Avisados estamos!
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