¡La dictadura de la constituyente es una estrategia de poder!

Una asamblea constituyente es el mayor momento de concentración de poder de una sociedad, en manos de un grupo de asambleístas y representantes. Al momento de instalarse una constituyente, el Congreso, el Tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo, los sistemas de propiedad privada y corporativas y en general las libertades, pasan a ser líquidas. 

¿Qué significa una afirmación de ese tipo? Que todas las instituciones existentes y las libertades ciudadanas pasan a depender de una asamblea. Es la peor de todas las dictaduras existentes, tal como se ha comprobado en la experiencia de los totalitarismos comunistas, nazis, fascistas y las recientes experiencias del chavismo bolivariano.

Ante la eventualidad de que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) persista en su negativa de hallar la verdad electoral –comparando las actas cuestionadas con el padrón electoral– y proclame a Pedro Castillo, vale señalar que ni el propio Castillo ni el vocero Pedro Francke han negado la convocatoria a una constituyente. ¿Qué significa persistir en la constituyente? Que los llamados a que Julio Velarde permanezca en el Banco Central de Reserva y los anuncios acerca de que se respetará la propiedad privada y el sistema de libertades solo representan saludos a la bandera. Forman parte de una estrategia para acceder al poder.

Al margen de la versión de la corriente marxista, lo que caracteriza la relación de cualquier izquierda con la democracia y el sistema republicano es la posición frente a la Constitución. Es decir, la aceptación o no de los mecanismos establecidos en el texto constitucional para la reforma total o parcial de la Carta Política. En el caso de Perú Libre, el Movadef, Juntos por el Perú y otras corrientes progresistas, todos ellos convergen en la propuesta de una constituyente.

Si de acuerdo a la Constitución de 1993 cualquier procedimiento de reforma constitucional, inevitablemente, debe pasar por el Congreso y la izquierda no tiene la mayoría legislativa, ¿qué significa persistir en la propuesta de una constituyente? Que la izquierda en general –incluida su ala progresista– ha llegado a la conclusión de que el Perú atraviesa una situación revolucionaria y que es momento de alcanzar el poder.

Semejante análisis no es novedad alguna. Es una característica impostergable de cualquier corriente bolchevique desde que Lenin en –Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática (1905)– señalara que “… en los momentos revolucionarios por los que estamos atravesando, está a la orden del día la cuestión de la convocatoria de una Asamblea Constituyente de todo el pueblo … El proletariado revolucionario, por cuanto está dirigido por la socialdemocracia, exige el paso completo del Poder a la Asamblea Constituyente…”. La convocatoria a una constituyente entonces es lo que caracteriza a cualquier tradición bolchevique.

Por todas estas consideraciones es evidente de que, en la hipótesis de que el JNE proclame a Castillo, el Perú ingresará a una confrontación general en la que los sectores caviares –que hoy respaldan a Perú Libre– lamentarán su obsesión y atracción desmedida por el aparato estatal.

En esta eventualidad la administración Castillo utilizará todos los recursos del Estado –incluida la riqueza minera– para desarrollar un populismo desmedido en busca de la popularidad que le posibilite convertir a la movilización de la calle en el gran elector de la convocatoria a una constituyente.

Semejantes reflexiones no tienen nada de apocalípticas. Responden a un estricto análisis de los hechos, ante la negativa de Pedro Castillo y Pedro Francke de descartar la convocatoria de una asamblea constituyente. La izquierda, pues, en vez de desarrollar una estrategia de gobierno para redistribuir la riqueza minera, la riqueza agraria, se plantea una estrategia de poder alternativa al sistema republicano.

Inevitablemente el Perú parece avanzar a una colisión final, en la que se definirá si seguimos siendo una sociedad con libertades políticas y económicas o avanzamos hacia una larga noche autoritaria.