Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
La captura de Abimael Guzmán, uno de los líderes terroristas más tremebundos de la historia de la humanidad, se desarrolló, paradójicamente, de una manera impecable: sin disparar un solo tiro y en base al puro trabajo de inteligencia.
El 12 de setiembre de 1992, el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) de la Policía Nacional del Perú (PNP) lo capturó, luego el Estado lo procesó y sentenció y, finalmente, Guzmán murió el sábado pasado, horas antes de conmemorarse el 29 aniversario del apresamiento del cabecilla de Sendero Luminoso, una de las organizaciones terroristas más letales del planeta.
Si seguimos analizando las causas de la derrota militar del Partido Comunista del Perú, Sendero Luminoso, que llegó a controlar hasta una tercera parte del área rural en el Perú, inevitablemente tendremos que referirnos a los comités de autodefensa campesinos que comenzaron a surgir a mediados de la década de los ochenta.
Sendero llegó a controlar los poblados rurales aplicando un totalitarismo terrorista que condenaba a muerte cualquier disidencia: todos los jueces de paz, tenientes gobernadores y autoridades del Estado (los llamados cabezas negras) eran ejecutados delante de los pobladores, reunidos en las plazas de los pueblos. Si la rebeldía de cualquiera desafiaba el terror senderista, entonces no se salvaban familiares, padres, esposas ni niños. El terror era la herramienta principal del control político.
Ante esta situación los líderes campesinos, en alianza con las fuerzas armadas, crearon los comités de autodefensa, que se alzaron contra el terror senderista. Poco a poco, emergió una de las movilizaciones campesinas más importantes de toda nuestra historia republicana, que derrotó militar y socialmente al “Estado de democracia popular” que pretendía instalar Sendero Luminoso, sobre todo en las áreas rurales de los departamentos de Ayacucho, Junín y Huancavelica.
El avance campesino finalmente logró recuperar el campo para los pobladores, moler el control senderista, desarmar al llamado Ejército Guerrillero Popular y, sobre todo, arrojar a Sendero del campo y obligarlo a replegarse a la ciudad. En la capital, el comunismo senderista, desesperado por la derrota militar, empezó una orgía de sangre, terror y destrucción, mediante los coches bombas que explotaban asesinando a hombres, mujeres y niños.
Una ley de cualquier estrategia contrasubversiva señala que los grupos terroristas se vuelven extremadamente vulnerables en las ciudades, frente a las operaciones de inteligencia del Estado. En este contexto, el GEIN de la PNP apresó a Guzmán.
Sin embargo, luego de este breve recuento histórico, emerge otra inevitable pregunta: ¿Se han reconocido y celebrado a los héroes campesinos que lideraron la derrota militar y social del senderismo en el campo? Creemos que no. En otras palabras, todos los héroes de la lucha antiterrorista en el Perú han sido olvidados y muchos de ellos enjuiciados por su participación en la lucha contrasubversiva, tal como sucede con sectores de militares y líderes de los comités de los comités de autodefensa. ¿Por qué no celebramos a nuestros héroes y por qué el silencio frente a la acción pacificadora de civiles y militares?
A nuestro entender esta situación se explica por el relato predominante que se impuso con respecto a la estrategia contrasubversiva luego del informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Según esta narrativa en el país hubo “un conflicto armado interno” y también hubo “una violación sistemática de derechos humanos”, de manera que el terror y el genocidio senderista serían equiparables a los excesos cometidos por nuestras fuerzas armadas.
Este relato impidió reconocer a los héroes de la paz –sobre todo a los de origen campesino–, y las nuevas generaciones avanzaron ignorando a sus héroes, y la identidad y naturaleza de la ortodoxia comunista. Los resultados de todo ello se conocen hoy, cuando todos reparamos en que, de una u otra manera, esa ortodoxia comunista - maoísta influye decisivamente en la administración Castillo.
En cualquier caso, luego de la derrota militar de Sendero y la muerte de Guzmán, está pendiente la derrota ideológica y cultural de la ideología del terrorismo colectivista. Una gesta que demandará años y esfuerzos.
COMENTARIOS