Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Es incuestionable que las elecciones nacionales en el Perú se deciden principalmente en los sectores D y E, en donde se concentran la mayoría de electores y también los mayores niveles de pobreza, de precariedad de las clases medias emergentes y de diversas formas de exclusión. Estos sectores han sido los más golpeados con el devastador manejo de la pandemia y la economía de las administraciones de Vizcarra y de Sagasti. Hay entonces furia acumulada en estos segmentos sociales.
Por todas estas consideraciones la candidatura de Keiko Fujimori –hoy encargada de defender el sistema republicano y la economía de mercado, frente a la amenaza comunista y colectivista que representan Pedro Castillo y Vladimir Cerrón de Perú Libre–, está en la obligación no solo de presentar propuestas para estos sectores, sino también de hacer pedagogía. ¿A qué nos referimos?
Por ejemplo, ¿qué se propone para los 3.8 millones de peruanos que no tienen acceso al agua potable y los cerca de 8 millones sin servicio de alcantarillado? Junto a esa interrogante otra fundamental es, ¿quiénes son los responsables de esta desgracia nacional? Si el Estado peruano gasta alrededor de US$ 60,000 millones anuales en los gobiernos central, regional y local y empresas públicas, es evidente que los únicos responsables son los que han manejado este Estado. ¿Qué se ha hecho con tanto dinero?
Es incuestionable que las administraciones de Humala, de Vizcarra y de Sagasti son las principales responsables de la tragedia. Se priorizaron estrategias de información y desinformación antes que los asuntos de gobernabilidad. Pero también son responsables los socios del señor Castillo en los gobiernos regionales: Gregorio Santos en Cajamarca, Walter Aduviri en Puno, Elmer Cáceres en Arequipa, Zenón Cuevas en Moquegua y Vladimir Cerrón en Huancayo, entre otros.
Únicamente a partir de este diagnóstico será posible formular propuestas; es decir, a partir de la explicación de por qué no hay agua ni desagüe para millones de peruanos. Y, a partir de estos hechos, se necesita un plan de emergencia para que ningún peruano se quede sin agua.
Igualmente, el Perú necesita un plan de salvataje de miles de pequeñas empresas quebradas y millones de empleos perdidos por la tragedia sanitaria, económica y social dejada por la administración Vizcarra. Si existe la posibilidad de ese plan es solo por una razón: porque, a pesar de la tragedia económica, todavía sobrevive un sector privado que provee recursos.
De otro lado, cerca de 10 millones de peruanos están debajo de la línea de pobreza (antes solo eran más de 6 millones) por el desastre económico de las administraciones Vizcarra y de Sagasti. El Perú necesita un plan de emergencia para que, a partir del próximo 28 de julio, se organicen miles de ollas comunes y sistemas de distribución de alimentos con el esfuerzo público y privado, y a través de las Fuerzas Armadas y las iglesias. Igualmente, el Estado, a pesar de los escombros en que lo deja la progresía colectivista, está en condiciones de lanzar una agresiva campaña de compra de vacunas para inmunizar a la sociedad en el 2021.
¿Por qué es posible proponer estas iniciativas sociales para los sectores sociales más golpeados por la pandemia? Porque todavía existe un sector privado que provee el 80% de los ingresos fiscales para el Estado fallido. ¿Por qué el Estado es tan incapaz y tan fallido? Porque la burocracia colectivista y los socios regionales del señor Castillo solo utilizaron esos recursos para agrandar el gasto corriente y derivar las inversiones a obras antitécnicas, sospechosas de corrupción.
Paradójicamente la propuesta de Castillo pretende que ese Estado incapaz de comprar vacunas crezca al infinito. De allí su propuesta de estatizar y nacionalizar todos los sectores de la economía.
Si hay pedagogía anticomunista la mayoría emprendedora del Perú simplemente se impondrá en estas elecciones.
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