Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Días atrás se difundió un informe elaborado por las organizaciones no gubernamentales Amnistía Internacional y Derechos Humanos Sin Fronteras, denominado “Estado de salud fallido en la provincia de Espinar”. Según el informe, se han recogido muestras desde hace tres años, en 11 comunidades cercanas a la operación minera Tintaya, y se afirma que “con evidencia científica, técnica y rigurosa” encontraron que el “75% de los pobladores tiene altos índices de metales pesados en la sangre”. Vamos a explicar bien este tema.
Desde aquí hemos seguido con atención el denominado “caso de contaminación por metales pesados en Espinar” y es evidente que se trata de un problema real, tal como han informado diversas instituciones del Estado, lideradas por el Ministerio del Ambiente. Es decir, no se niega jamás la existencia de casos de contaminación por metales pesados en la sangre de la población en Espinar. Lo que sí se ha negado –y con estudios y pruebas también rigurosas, científicas y técnicas– es que la contaminación la genera la empresa minera dueña de la operación Tintaya.
En todo caso, no le vamos a restar credibilidad al informe de Amnistía Internacional y Derechos Humanos Sin Fronteras, ambas organizaciones de izquierda. Lo que no se puede decir –y si lo afirmaran simplemente sería una mentira– es que la contaminación por metales pesados se haya dado por responsabilidad de la operación minera.
Lo que no se dice y no se pone en relieve en el referido informe es que la geología de la zona, es decir las provincias altas del Cusco, está mineralizada por diversos fenómenos; entre ellos los lahares, que cargan con metales pesados las aguas de los ríos. Para ponerlo en blanco y negro: Espinar es una provincia que concentra naturalmente altos valores de cadmio, mercurio, zinc y cobre. No solo eso, el tratamiento del agua potable, que está en manos de una empresa municipal, es absolutamente ineficiente y antitécnico.
La población hoy no solo toma agua altamente mineralizada, sino también con residuos de coliformes fecales, por absoluta responsabilidad del Estado; en este caso de los funcionarios de la municipalidad provincial. A esta situación debemos agregar que Antapaccay –tiempo atrás– implementó el único proyecto para mejorar la calidad del agua potable en todo Espinar.
No solo eso, cuando el informe de Amnistía Internacional y los antimineros de DHSF recoge evidencias de las comunidades cercanas a la operación minera Tintaya, simplemente parte de un criterio absolutamente sesgado, porque es evidente que al lado de Tintaya y en toda la zona aledaña existen altas concentraciones de cadmio, zinc, mercurio, entre otros.
Vale recordar que en marzo se presentó el informe final de la denominada “Comisión multisectorial encargada de evaluar los posibles daños en las comunidades originarias de Espinar en el Cusco”. Dicho informe técnico y científico demuestra lo que siempre hemos sostenido aquí: existe una contaminación natural en las provincias altas cusqueñas.
¿Cuál es el propósito de que Amnistía Internacional, una oenegé de mucha solvencia y prestigio, insista en presentar informes “técnicos y científicos” sobre contaminación de metales pesados en Espinar? ¿Por qué no se atreve a decir que la contaminación es responsabilidad de las empresas mineras? Porque es falso. Sin embargo, la sugestión, la insinuación, está planteada.
Aquí vamos a defender la minería moderna porque es la única que crea empleo, respeta el medio ambiente y es sostenible. El resto es una suma de mentiras que la izquierda desarrolla para liquidar la minería moderna. No lo debemos permitir.
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