Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Hoy el Congreso de la República debe votar el proceso de vacancia del presidente de la República por incapacidad moral permanente, figura establecida en la Carta Política de 1993. Para nadie es un secreto que cualquiera sea el resultado, ya sea que se forme la mayoría constitucional establecida para la vacancia o no, la Presidencia —la principal institución de la República— quedará debilitada y deslegitimizada frente a la mayoría de peruanos. En cualquier contexto, restablecer la gobernabilidad implicará un esfuerzo titánico de todos los actores que, inevitablemente, pasa por bajar las armas.
Para restablecer la gobernabilidad, es decir la viabilidad de las instituciones, y evitar que el conflicto político en el Congreso se traslade a la movilización en las calles, es fundamental aferrarse a la Constitución, tal como lo hacen los náufragos con el último madero. En ese sentido, todos los demócratas deberán apostar a preservar la línea de sucesión republicana y evitar el adelanto de elecciones. Más allá de la vacancia o de una posterior renuncia presidencial luego de este jueves, es imprescindible enfrentar las estrategias de quienes pretenden alterar el periodo constitucional en base a intereses de facción o personales.
También es fundamental distanciarse de los extremismos del antifujimorismo, que denunciaban un supuesto golpe de Estado del fujimorismo, arguyendo una supuesta “violación del debido proceso” y echando mano de acciones de amparos con objeto de detener la reunión de la primera asamblea de la República. Únicamente basta una lectura ligera de la Constitución para entender que el Congreso desarrolla un juicio político —no jurisdiccional— y que el proceso de vacancia está establecido en la Carta Política y el Reglamento del Congreso. Igualmente una ojeada de la Constitución nos señala que es imposible interponer una acción de amparo contra un juicio político a desarrollar en el Legislativo. De la misma manera, algunos pretendieron recurrir ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos o echar mano de la Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos para detener o invalidar la reunión del Congreso de hoy.
El peligro de estos extremismos es que, al margen del resultado alrededor de la vacancia presidencial, siguen apostando por la polarización al minuto siguiente de la decisión del Congreso de hoy. Para estos sectores la guerra debe continuar hasta que exista un vencedor, porque si el Congreso de la República actúa de manera ilegal, entonces, cualquier decisión carecerá de legitimidad.
Felizmente, estamos casi seguros que, luego de la decisión del Congreso, la mayoría de peruanos apostará por aferrarse a la Constitución para buscar acuerdos inmediatos entre los sectores en pugna, que le permitan al país recuperar gobernabilidad y oxígeno político hasta el 2021. A veces las peores tensiones producen reflexiones y desencadenan nuevos tiempos.
En todo caso, si los actores políticos de la República logran convertir esta noche negra en una oportunidad de continuidad institucional, de una u otra manera, la democracia —que avanza hacia su quinta elección sin interrupciones— habrá echado raíces de tal profundidad que habremos superado todos los maleficios que han ensombrecido las experiencias democráticas en toda nuestra experiencia republicana. Sin lugar a dudas los peruanos podremos sostener que si bien estamos algo lejos del desarrollo económico y social, de alguna manera, hemos empezado a madurar en términos democráticos. La actual República habrá resistido a uno de sus peores embates.
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