Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
¿Cambio parcial o total del Consejo de Ministros?
El Perú necesita un shock político para contrarrestar el creciente pesimismo que comienza a afectar a la sociedad y desatar signos preocupantes en la economía. En una reciente encuesta, siete de cada diez peruanos considera que la economía se está enfriando, mientras que la inversión privada no despega y la pública volvió a caer de manera estrepitosa en febrero. Una manera de explicar el problema y evitar las responsabilidades es señalar que todo este desmadre se debe a los efectos de las denuncias del caso Lava Jato, pero semejante aproximación es como pretender tapar el sol con un dedo.
Las denuncias de corrupción que vienen del Brasil solo agravan la situación de desorden gubernamental que ha creado la propia administración PPK. Nada más. Desde el abandono de la seguridad ciudadana por la huelga de brazos caídos que desarrolla la policía ante la gestión del titular del Interior, Carlos Basombrío (a estas alturas ya no interesan las causas del problema para tomar decisiones políticas urgentes), pasando por el absurdo enfrentamiento entre el Estado y una mayoría nacional cada vez más beligerante por “las cuestiones de género” en el currículo, hasta la manera cómo se aprobó la adenda de Chinchero, nos señalan que los explosivos en contra de la gobernabilidad provienen de la propia administración PPK.
En este contexto, la popularidad gubernamental se desploma y un gobierno débil desde su origen (un Ejecutivo de la tercera bancada del Congreso, frente a una mayoría legislativa absoluta del fujimorismo) acrecienta su fragilidad. La debilidad gubernamental impulsa a algunos a especular con escenarios impensables de adelanto de elecciones, como si los cronogramas electorales de una democracia pudiesen alterarse como los de una federación universitaria.
Por todas estas consideraciones ha llegado el momento de poner sobre la mesa la recomposición parcial o total del Gabinete. No hay otra manera de producir un shock político que le devuelva el orden y la coherencia al Gabinete y restablezca el optimismo en la sociedad. Lo ideal sería que el propio Fernando Zavala, presidente del Consejo de Ministros (PCM), lidere estos cambios para evitar giros traumáticos en la administración PPK. Pero si él no se decide a hacerlo, el deterioro de la situación inevitablemente obligará un cambio total del Gabinete.
El gobierno necesita dejar de pelear batallas innecesarias. Defender la gestión de Basombrío es estrellarse contra el desborde de la ola criminal que pulveriza la popularidad gubernamental. Seguir guerreando contra una abrumadora mayoría nacional por las cuestiones de género es llegar a creer que se construye una sociedad más libre desde el Estado, desde el “Estado alfabetizador”, en vez de producir una transformación libertaria de la sociedad mediante un debate abierto y frontal de largo plazo.
El gobierno necesita abandonar estas batallas para concentrarse en la guerra del crecimiento, de la reducción de pobreza y de la reforma del Estado, quizá los principales exámenes que la administración PPK rendirá el 2021, cuando entregue el poder al quinto gobierno elegido sin interrupciones constitucionales. El cambio parcial o total del Gabinete ya no es un saludo a la bandera. Comienza a convertirse un asunto de primer orden nacional, que tiene que ver con la gobernabilidad y la salud de la República.
Pero no se trata de un cambio cualquiera. Se necesita una recomposición del Gabinete en consulta con las demás fuerzas políticas del país; sobre todo con el fujimorismo, la mayoría absoluta del Legislativo. Considerar que dentro del actual Gabinete Zavala puede surgir el impulso que le devuelva coherencia y conecte al gobierno con los respectivos cables a tierra sería persistir en el error.
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